No me toquen los poderes
El Paso Cambiado de Julián Granado

Morón de la Frontera
En los anales del Israel bíblico -¡lagarto, lagarto!- hubo un periodo llamado “de los Jueces”. Cansado el pueblo elegido de guerreros y profetas, y antes de que se le ocurriese la idea de coronar a un Rey como David, les dio por entregar el poder a individuos como Samuel o Gedeón, que eran a la vez caudillos y santones, mandamases y sacerdotes. Es decir, jueces y parte, y quizás por eso se les quedó el nombre. Que les dura hasta hoy, si bien con las atribuciones un tanto restringidas desde que el equitativo Montesquieu tuviera la ocurrencia de compartimentar los tres poderes, para garantizar que ninguno se metiera en terreno ajeno. Y lo cierto es que el democrático invento funcionó bien hasta estos días que vivimos ojipláticos. Y asistimos a encontronazos de poderes, en los que por activa o pasiva se ve implicado el judicial. “Antes te pego yo que me amenaces tú”, los jueces pasan a la ofensiva para empurar a cualquiera que insinúe siquiera que estén incurriendo en eso tan feo que se llama lawfare.
Siempre tuvieron más pleitos que sentenciar que los que podían humanamente abarcar, pero la demora eterna, hasta desesperar a la ciudadanía, nunca pareció importarles gran cosa. Dado el atasco de la justicia, ya estaba tardando el Gobierno en intervenir para incrementar la plantilla de magistrados y fiscales. Y que los segundos, como en el resto del mundo, asumieran la instrucción de los casos, para descargar de la misma a los primeros. Parece razonable, ¿no? Bueno, pues no se lo parece a los señores jueces, que prefieren seguir siendo poquitos, tras superar unas oposiciones rancias y decimonónicas, y que nadie ajeno a su propio poder pueda evaluarlos, ni removerlos ni sancionarlos con el rigor que merece, por ejemplo, una prevaricación. Y esa reforma en perspectiva sí que es causa de protesta y plante, aunque no tengan regulado por ley el derecho de huelga (como no lo tienen los militares, considerados sector estratégico). Pero ahora resulta que los jueces, que como los antiguos israelitas solo responden ante Dios, sí que pueden declararse en huelga. Precisamente porque es un derecho que no tienen regulado. ¿Ustedes lo entienden? Yo tampoco.




