Paco Albiac se despide con lucidez y amor en su último libro:  Conclusiones

Sevilla

En marzo de 2025, mientras Sevilla se abría paso entre lluvias tempranas y amaneceres contenidos, Paco Albiac comenzaba a escribir su última obra: Conclusiones, publicada por ExLibric. Lejos de ser un libro más en su carrera literaria, esta obra representa una despedida serena, lúcida y profundamente humana del autor sevillano, marcada por su diagnóstico de una enfermedad terminal y la certeza de que el tiempo comenzaba a escasear.

Con un tono íntimo, valiente y sereno, Albiac convierte el dolor en reflexión y el adiós en poesía. Durante cinco intensos meses, su pluma se volvió refugio, diálogo y testamento. Escribió desde la conciencia del final, sin ocultar el miedo pero sin rendirse al dramatismo. Conclusiones no es una súplica ni una elegía. Es una conversación con la vida y, sobre todo, con su hijo Fidel, a quien dedica este trabajo: “No te dejo una herencia, te dejo una brújula. No apunta al norte, pero sí señala el lugar desde donde me despedí de ti”.

Una despedida escrita con dignidad

El libro se compone de fragmentos breves, cartas, poemas y epílogos. Uno de los capítulos más conmovedores es la “Carta a Fidel”, donde el autor le habla directamente a su hijo con una mezcla de sinceridad brutal y ternura contenida. Rechaza adornos, rechaza consuelos fáciles. “La vida y su compañera, la muerte, me han obligado a ser libre, verdadero, orgulloso”, escribe. Y en esa afirmación está el corazón del libro: un hombre que decide despedirse sin mentiras, abrazando la lucidez y la verdad, sin miedo a la oscuridad.

También encontramos una escena final —narrada en el epílogo— que retrata una última madrugada junto a su esposa Amanda, camino del hospital donde se decidirá el “íntimo veredicto”. La descripción del entorno, la lluvia, la avenida vacía, y el silencio compartido entre ambos, adquiere un tono cinematográfico, cargado de simbolismo y contención emocional.

Filosofía vivida, no citada

A lo largo del libro, se siente la influencia filosófica de pensadores como Heidegger, Spinoza o Camus. Sin embargo, Albiac no cita nombres. Los encarna. Habla de la finitud como parte esencial de la existencia, y no como tragedia. Su forma de enfrentarse a la muerte es también una forma de enseñar a vivir: con conciencia, con palabras justas, sin mentiras.

“No me interesa consolarme. Me interesa comprender”, escribe. Frases como esta resumen la ética de toda la obra: comprensión antes que consuelo, verdad antes que alivio.

Amanda y Fidel, los pilares del relato

En Conclusiones, los dos nombres que resuenan con más fuerza son Amanda y Fidel. Amanda es su compañera de vida, su enfermera, su confidente, su amor incondicional. Ella aparece en varios poemas y textos con una sensibilidad extrema: “Tus notas que prosperan indelebles serán las amorosas caricias que arrullarán tus noches plateadas cuando yo ya no esté”.

Fidel, su hijo, es el destinatario último de todo este legado. A él le escribe no desde el pedestal del padre que instruye, sino desde la humildad de quien reconoce sus errores y quiere dejar palabras útiles. “No cometas los mismos errores que yo planté por los rincones de mi corazón y mi conciencia”, le advierte.

Una estética del umbral

Estéticamente, el libro apuesta por la sobriedad. Cada frase está destilada de exceso. No hay ornamento. Hay precisión. Como si el tiempo, al volverse escaso, purificara el lenguaje. Albiac escribe desde el umbral, desde el borde de la vida, pero sin caer en lo oscuro. Ilumina con la palabra justa, con la verdad mínima necesaria. Es un minimalismo lleno de significado, que recuerda a autores como Rilke o Blanchot.

Legado literario

Paco Albiac no es nuevo en el mundo de las letras. Nacido en Sevilla, fue músico antes que escritor, y su trayectoria lo llevó desde el flamenco hasta el jazz. Viajó, vivió en San Francisco y, finalmente, abrazó la literatura como su forma definitiva de expresión. Obras anteriores como Fue en Sevilla, Retales y algarabías, Luminarias o De durmientes y caminantes ya daban cuenta de su capacidad para observar la vida con hondura. Pero Conclusiones es diferente. Es el broche final. Es el libro que nadie quiere escribir, pero que todos querríamos saber dejar.

Un libro que acompaña

Más allá de su valor literario, Conclusiones es un libro que acompaña. A quien ha perdido. A quien está perdiendo. A quien necesita saber que se puede morir con dignidad, sin mentiras, sin disfraz. Es un libro que consuela sin edulcorar, que emociona sin forzar, que deja una huella.

La editorial ExLibric lo ha publicado con mimo, como corresponde a una obra que nace del umbral de la vida. Y los lectores que se acerquen a sus páginas encontrarán, más que una despedida, un diálogo abierto, una lección de amor sin adornos y una escritura que, incluso al borde del silencio, sigue teniendo algo valioso que decir.

Este artículo recoge y se inspira en la emotiva crónica escrita por Rafael Martín Martín, amigo personal de Paco Albiac y profundo admirador de su obra y su valentía. Sus palabras, cargadas de respeto y admiración, sirven de base para comprender la dimensión humana y literaria de Conclusiones, un libro que trasciende la despedida para convertirse en legado.