El teatro popular en Arahal: 1ª parte
Desde el siglo XVIII hasta los años 80, Arahal ha vivido el teatro como una forma de identidad, cultura y compromiso social. Un recorrido por sus escenarios, sus protagonistas y su legado vivo, que continúa en la actualidad.


Arahal
Rafael Martín Martín, cronista oficial de la Ciudad - Comentario Nº 70

Rafael Martín, El teatro en Arahal (I Parte)
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Hoy queremos abrir una puerta mágica que nos lleva a un mundo fascinante, lleno de emociones, creatividad y tradición: el mundo del teatro. Un arte que ha echado raíces profundas en nuestra localidad y que ha sido, desde hace siglos, una expresión viva del alma arahalense.
Dada la amplitud del comentario, se ha dividido en dos partes, una primera en la que se hablará del teatro hasta la aparición del grupo de teatro El Zardiné y una segunda parte de esta aparición hasta la actualidad.
El teatro ha estado muy presente en Arahal desde tiempos remotos. De hecho, ya en el siglo XVIII se tiene constancia de la existencia de un grupo de teatro formado por vecinos de nuestro pueblo. Este grupo llevó el arte dramático de Arahal a distintos rincones de España. Un hito cultural que pronto conoceremos con más detalle, gracias a un artículo que se publicará próximamente.
Y es que la pasión por el teatro no se detuvo ahí. En el siglo XIX esta afición se consolidó aún más. Tanto es así que las Ordenanzas Municipales de 1878 dedicaron un apartado especial a las fiestas populares, incluyendo expresamente el teatro. A pesar de que las representaciones solían tener lugar en espacios provisionales, su popularidad era indiscutible.
El investigador local José María Jiménez, en su blog De un olivo a otro, nos transporta a esas noches animadas en las que los cómicos del pueblo daban vida al escenario en posadas y espacios abiertos, coincidiendo muchas veces con celebraciones y efemérides. Y no todo valía: las ordenanzas exigían puntualidad, una adecuada difusión de los eventos y, sobre todo, respeto a las normas de educación y cultura. Así lo recoge el artículo 47 de dichas ordenanzas.
Todo esto demuestra que el teatro en Arahal no ha sido una moda pasajera. Ha sido —y sigue siendo— una forma de expresión profundamente arraigada. Una manera de reflejar la realidad, de invitar a la reflexión y, por qué no, de soñar con cambiar aquello que nos duele. Porque, como bien sabemos, muchas veces la vida ha sido dura, pero el arte siempre ha encontrado la forma de abrir una rendija a la esperanza.
Y avanzando en el tiempo, llegamos al siglo XX, una época en la que el teatro costumbrista se convirtió en el vehículo perfecto para acercar esta forma de expresión al corazón del pueblo. Fue entonces cuando aparecieron figuras imprescindibles como los Hermanos Álvarez Quintero, grandes referentes de las primeras décadas del siglo. Con su estilo inconfundible, lleno de gracia y cercanía, supieron retratar con maestría los tipos y ambientes andaluces, llenando los escenarios de vida cotidiana, de humor y de verdad.
Junto a ellos, otro nombre propio brilla con luz propia: Jacinto Benavente. Premio Nobel de Literatura y uno de los dramaturgos más influyentes de todo el siglo XX en nuestro país. Benavente revolucionó el teatro de su tiempo con obras que hablaban directamente de lo cotidiano, de lo real, de lo que la gente vivía en su día a día. Con sus comedias y dramas, aportó una mirada crítica, elegante y profunda que caló hondo en el panorama teatral. Y no fueron los únicos.
En Arahal tuvo lugar un acontecimiento muy importante para la vida cultural del municipio: la construcción del Teatro Cervantes. Aunque no se conoce con exactitud la fecha de su edificación, se estima que fue a finales del siglo XIX o principios del siglo XX. Lo que sí sabemos con certeza es que comenzó a funcionar en la segunda década de ese siglo.
Desde 1918 ya se tiene constancia de representaciones teatrales en el Cervantes, donde se alternaban obras dramáticas con zarzuelas, actuaciones de reconocidos cantaores —muy populares en la época— y otros tipos de espectáculos. Con este teatro, Arahal por fin contaba con un espacio cerrado para disfrutar del arte escénico.
La pasión por el teatro y las artes escénicas que se vivía en el pueblo fue clave para mantener viva una tradición que forma parte de la identidad cultural de Arahal. Esta vocación dramática ha acompañado a la localidad a lo largo de su historia y sigue siendo un sello distintivo de su vida artística.


En la década de los años 30, la obra dramática de García Lorca sentó las bases del teatro de la segunda mitad del siglo XX que, junto con otros dramaturgos siguieron dejando su huella, y su influencia se dejó sentir también en Arahal. En nuestra localidad, el teatro se nutrió de esa riqueza creativa, haciendo suyas muchas de esas obras y adaptándolas con el sello y el sabor de nuestra gente.
Porque si algo ha demostrado Arahal a lo largo de los años, es que el teatro aquí no es solo espectáculo: es una forma de sentir, de pensar y de compartir.
Y llegamos a unas décadas especialmente intensas y transformadoras en el teatro, la de los años 60 y 70, en los que el teatro vivió una auténtica ebullicion creativa, marcada por los cambios sociales, políticos y culturales que atravesaba el país.
El teatro se convirtió en una herramienta poderosa de denuncia, de reflexión y de resistencia. Con una dictadura aún presente, muchos autores y compañías utilizaron los escenarios como espacios de libertad, donde se podía hablar- aunque fuera entre líneas- de los problemas reales de la sociedad. Obras que desafiaban lo establecido, que cuestionaban la moral impuesta y que hablaban con valentía de las desigualdades, del poder, de la represión, pero también del amor, del humor y de la esperanza.


Primeras representaciones del grupo de Teatro Estudio Arahal, bajo la dirección de Margarita Pedregal. La citada representación tuvo lugar en los salones de la Victoria.
En ese ambiente efervescente del teatro español de los años 60, Arahal no se quedó atrás. Muy al contrario, se convirtió en uno de los espacios teatrales más vivos y dinámicos de la comarca. Fue en 1968 cuando nació aquí una iniciativa que marcaría un antes y un después: el Teatro Estudio Arahal. Y con él, llegó también una de las figuras más destacadas del teatro andaluz contemporáneo: el profesor y dramaturgo Alfonso Jiménez Romero.
Alfonso comenzó en el año 1963 con la Jaula y en el año 1969 inició una nueva experiencia en su obra, que precisamente la puso en marcha en ese local habilitado como teatro, el local o la antigua iglesia de la Veracruz. Esa primera experiencia dramática fue en la representación del Romancero y Cante Jondo de García Lorca, en la que introdujo el flamenco. Decía textualmente: “ Creé únicamente una serie de situaciones reales que yo creí lustraban bastante los textos que se iban a cantar e interpretar. Con ello monté el espectáculo en una pequeña iglesia, la Veracruz” .
Jiménez Romero no solo encontró en Arahal un lugar donde desarrollar su arte, sino también un hogar. Se enamoró de nuestro pueblo y volcó aquí sus mejores años, dejándonos una herencia cultural que aún perdura. Nuestra localidad tuvo la suerte de contar con uno de los mejores dramaturgos del momento, un hombre de teatro: actor, director, y gran colaborador con numerosos grupos, como con el Teatro Popular de Arahal. Teresa Mora Álvarez, en su tesis sobre el teatro de Alfonso Jiménez Romero nos habla de un nuevo estilo en el teatro, introduciendo importantes innovaciones. “ …él profundizó en las claves de la verdadera cultura popular andaluza, y basándose en sus raíces, aportó una gran riqueza al patrimonio cultural andaluz…” “ Su vida estuvo llena de propuestas teatrales innovadoras en un momento difícil de nuesta historia, constituyendo las basas dramatúrgicas adecuadas para desarrollar un estilo que caracterizó la creación teatral más vanguardista de los años sesenta”
Durante esta etapa recopiló los entrañables y populares "Cuentos de Arahal", un verdadero tesoro del relato etnográfico local, que hoy sigue siendo referencia imprescindible. Así lo destaca el investigador José María Jiménez en su blog El teatro popular de Arahal, donde analiza con detalle esta etapa dorada.
Incluso antes de la llegada de Alfonso Jiménez, el espíritu teatral ya latía fuerte en Arahal. Figuras como los hermanos Manolo y Margarita López Pedregal ya habían empezado a sembrar el amor por las tablas, a quienes acompañaban Rafael Guisado. En ese mismo 1968 representaron la obra "Diálogos de una espera" una obra escrita por Jiménez Romero en el año 1965 y que fue estrenada en la Sección Delegada Mixta de nuestra ciudad, donde precisamente trabajaría más tarde Jiménez Romero, como profesor.
Con el grupo Teatro Estudio Arahal, no solo se dio espacio a nuevas creaciones, sino que también se rindió homenaje a los grandes clásicos andaluces, con montajes de obras de los Hermanos Álvarez Quintero y de Jacinto Benavente, y del propio Jiménez Romero, muy prolífico en ese período, en especial en el año 1969, con esos Romances de ciego o romance sonámbulo amargo, entre otras obras, fusionando tradición y vanguardia, y conectando al público con un teatro vivo, comprometido y profundamente arraigado en nuestra identidad.
Durante las décadas siguientes, el teatro siguió muy presente en la vida arahalense. Grupos formados por jóvenes, asociaciones culturales y amantes de la escena fueron manteniendo encendida la llama con representaciones que combinaban tradición y compromiso. El espíritu que iniciaron los hermanos López Pedregal y que impulsó Jiménez Romero dejó huella en generaciones enteras que entendieron el teatro como un medio de expresión, identidad y resistencia.
En la década de 1970 nació un nuevo proyecto de Teatro Popular: el Grupo de Teatro Independiente Popular de Arahal, fundado en 1977 por Margarita López Pedregal. Uno de los años más prolíficos fue 1979, cuando el grupo representó su obra más destacada: Amores y quebrantos de Mariquilla la Revolera y Currito el Apañao, dirigida por Alfonso Jiménez Romero, que fue estrenada en febrero del citado año en la iglesia de la Vera Cruz y más tarde, el 30 de mayo en el teatro Lope de Vega de Sevilla. Bajo su gozó de un elenco de actores y actrices de primera plana, todos ellos jóvenes arahalenses, actuando como figuras principales Dolores Fernández, en el papel de Mariquilla la Revolera y de Luis Miguel Gallardo Heredia, en el papel de Currito el Apañao. Precisamente en esta obra, la que será más tarde directora teatral Mª José López Gamboa ( Pepa Gamboa) actuó en el papel de Remedios “ la bien peiná” Esta pieza tuvo una gran difusión y fue representada en numerosas localidades. Fue, como él lo llamaba, su “ teatro de retablillo”.


Primera obra en solitario del grupo de teatro Independiente Popular de Arahal, con la obra Los obreros del Cortijo en 1981. Aparece la actriz principal Dolores Fernández.
El grupo continuó su trayectoria gracias al compromiso y la dirección de figuras relevantes, como Alfonso Jiménez, quien estuvo al frente hasta 1981. Pocos años después tomó el relevo Julio Cortés, quien asumió la dirección de forma ininterrumpida hasta 2024, desarrollando una labor compleja y apasionada que consolidó al grupo como referencia cultural.
Los años 80 fueron especialmente fructíferos para el grupo. La década comenzó con la exitosa representación de Los obreros del cortijo en 1981, donde destacó la interpretación de la actriz Dolores Fernández Jiménez. A partir de 1984, con Julio Cortés como director, se impulsaron nuevas iniciativas con el objetivo de acercar el teatro a toda la sociedad arabalense.
Los últimos años de esa década, así como el teatro desde 1989 a 2025 serán desarrollados en un segundo comentario que continuará a este primera parte dedicada al teatro popular en Arahal.

Sonia Camacho
Sonia Camacho es directora de Bética de Comunicación y fundadora de Estudio 530. Comunicadora andaluza...




