Fe, esfuerzo y esperanza: la peregrinación desde Málaga al Santuario de la Virgen de la Cabeza
La pareja ha explicado cómo esta peregrinación se convierte en una misión solidaria


Benito Cachinero y Flori García han vuelto a cumplir con una tradición que iniciaron en 2009: recorrer a pie el camino desde Málaga hasta el Santuario de la Virgen de la Cabeza, una peregrinación marcada por la fe, el sacrificio y las emociones compartidas con quienes les acompañan, tanto física como espiritualmente.
Este año, la caminata arrancó el pasado 25 de julio, en plena ola de calor. A pesar de las duras condiciones, caminar de noche y mantener viva la esperanza fueron clave para superar el agotamiento físico. “Si notas el calor, es porque estás vivo”, compartía Benito con una sonrisa, recordando las enseñanzas de su abuelo. La experiencia ha estado llena de momentos duros, pero también de otros cargados de esperanza y emoción, como cuando recibieron una llamada informando que una de las peticiones más importantes que llevaban fue respondida favorablemente.
La pareja ha explicado cómo esta peregrinación se convierte en una misión solidaria. Durante el camino, van recogiendo plegarias de amigos, familiares, e incluso de personas desconocidas que confían en ellos para llevar sus peticiones a la Virgen. “Traemos oraciones desde muchos lugares, incluso desde la cárcel de Alhaurín, donde colaboramos con la pastoral penitenciaria”, así ha detallado Benito.
Flori ha recordado con especial emoción un gesto sencillo que les dio fuerzas cuando más lo necesitaban: “Una señora mayor nos ofreció un puñado de higos justo cuando estábamos agotados. Ese pequeño gesto nos dio el impulso necesario para continuar”. Son esos detalles los que convierten el camino en algo más que una travesía física: una experiencia espiritual y humana profunda.
Uno de los momentos más emotivos para ellos es la entrada a Andújar, tierra natal del padre de Benito. Allí sueña con ver un día a todas las cofradías unidas bajo un solo nombre, “como una madre quiere a todos sus hijos por igual”.
Aunque cada año juran que será el último, ambos reconocen que siempre encuentran una nueva razón para volver.


Benito y Flori agradecen el apoyo de quienes les siguen y confían en ellos, y confiesan que, más allá de la llegada al Santuario, el verdadero camino comienza cada día, cuando se intenta aplicar en la vida diaria lo aprendido en la peregrinación.
“Cuando nos preguntan si hemos terminado el camino, siempre respondemos que lo empezamos hoy”, concluyen, dejando un mensaje claro: el verdadero sentido de la fe es compartirla y vivirla cada día.




