El aire que respiramos

Sevilla

El mundo actual no puede entenderse sin los grandes avances científicos y tecnológicos que han permitido aumentar de forma extraordinaria la esperanza de vida en las últimas décadas. La industria química ha desempeñado un papel decisivo en el desarrollo de la medicina, la higiene o la capacidad de transportar mercancías y personas a nivel global. La paradoja, sin embargo, es que este mismo progreso ha acelerado el calentamiento global del planeta, dando lugar a lo que hoy conocemos como Antropoceno. En esa dialéctica se mueve nuestra sociedad: un complejo juego de equilibrios que, por mera supervivencia, está condenado al entendimiento. No es una cuestión de opinión, sino de garantizar en la Tierra las condiciones atmosféricas y meteorológicas que han permitido hasta ahora la vida.

La conciencia ambiental, la preocupación por la biodiversidad o, sencillamente, por la calidad de lo que comemos y del aire que respiramos, han crecido en este contexto. En Huelva, según las mediciones del Centro de Investigación en Química Sostenible de la Universidad de Huelva —un organismo de reconocido prestigio en la materia—, durante agosto se registraron 19 días consecutivos con un aire de calidad moderada o mala. Sus responsables lamentan que ni la Junta de Andalucía, como administración encargada de vigilar los contaminantes, ni las industrias responsables de las emisiones que afectan principalmente a la capital, hayan adoptado medidas correctoras ni advertido a la población con recomendaciones preventivas, como el uso de mascarilla o la conveniencia de evitar la práctica deportiva al aire libre.

La Junta trabaja actualmente en nuevos planes de acción a corto plazo para anticiparse a episodios de alta contaminación en Huelva, Algeciras y Granada. Estos planes contemplan la activación de alertas e información a la población, así como posibles sanciones en caso de incumplimiento. Su puesta en marcha, según los responsables, tendrá un impacto positivo en la salud —especialmente en la infancia—, pero todavía no están en vigor.

La conciencia ambiental ha impulsado en numerosas ocasiones reformas que han permitido reducir el impacto de la industria. El reto de conciliar intereses enfrentados es necesario e inevitable. Las normativas europeas, con todas sus complejidades, son un ejemplo de ello y una guía de referencia para el mundo.

En esa línea, la nueva Directiva Europea sobre calidad del aire, aprobada en noviembre de 2024 y de obligada transposición en España en un plazo de dos años, se aproxima más a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, mucho más estrictas a la luz de las evidencias científicas sobre el impacto de la contaminación en la salud humana. Los onubenses y los andaluces, que no renuncian a su industria, reclaman nuevas respuestas para convivir y alcanzar un necesario entendimiento.