“Abre o tiro la puerta”: Blanes mandaba en España

Almería

No eran fáciles aquellos sábados en el único recinto cubierto de la ciudad, cuando se empezaba por la mañana y se acababa al día siguiente. La hora punta entre las 6 y las 8 se la tenían reservada el balonmano y el fútbol sala, mientras al bueno de Moisés Ruiz y a su Cajalmería de voleibol le tocaba jugar cuando terminaba el Grupo Deportivo Blanes que iba para campeón de España. Hubo partidos de voleibol que empezaban en sábado y terminaban en domingo, mientras sus hermanos del balonmano y el baloncesto disfrutaban de mejores horarios. El Patronato Municipal de Deportes (PMD) ya estaba creado y se iban apañando los equipos de categoría nacional.

Las taquillas eran muy bajas en los deportes de sala y todos cabían en el ahora denominado pabellón ‘Rafael Florido’, pero cuando Guillermo Blanes se puso cabezón con hacer campeón de España a su equipo, todo saltó por los aires y había codazos para conseguir una entrada y se quedaban aficionados en la calle viendo el cartel de ‘Completo’. Guillermo, sabía que a las 20 horas iba a llenar todos los partidos y el (PMD) accedía a su petición. La primera temporada había sitio y el equipo se codeaba con los mejores compitiendo en sana rivalidad con el Ruiz Collado que llevaba tiempo en la Liga Nacional de Fútbol Sala. Aquello se le fue de las manos.

Un sábado de tantos un equipo rival sufría la avería en el autobús y el partido de balonmano empezaba casi media hora después y ello acarreaba que se retrasara toda la programación de partidos. No era la primera vez que sucedía, pero aquel día había miles de aficionados esperando y la paciencia de Guillermo se agotó: entró en la cabina de prensa buscando al conserje y le soltó un “Abre o tiro la puerta”. Rafael Tripiana, siempre con la sonrisa en los labios, bajó la escalera y lo que vio ahora lo contamos.

Fichó a las estrellas del Interviú

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Guillermo Blanes entró en el fútbol sala cuando el comercio almeriense iba sacando equipos para competir en las pistas de la Avenida del Mediterráneo al aire libre. Muchos lo llamaban ‘futbito’ y entró a cañón sabiendo que el Ruiz Collado era el rey de Andalucía. Partió de cero y no paró hasta crear el derby con el equipo blanco y generar una sana rivalidad. Iba fichando los mejores jugadores de la tierra y aquello no paraba de crecer hasta que alcanzaba la Liga Nacional para compartir instalación y calendario, con aquel inolvidable equipo de la tienda de muebles de una gran familia. Toda Almería era feliz por tener dos equipos en la máxima categoría, pero Blanes quería más.

Hizo al equipo campeón de España

Apostó por Santiago Errazquin para el banquillo y puso la gerencia del club en manos de Juan Francisco Miralles, ‘Juanchi’, que iba firmando a lo más granado para estar en la espuma. Manolo Pérez Cardila pasó de ser portero a delegado y poco apoco daba al equipo un organigrama propio de los grandes de España. Aquel equipo llenaba el pabellón y no por los buenos resultados. Eran partidos espectaculares y goles de fantasía. Los futbolistas del Almería con su entrenador, José Victor a la cabeza, no se perdían un solo partido.

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En las reuniones de la Liga iba conociendo a los otros presidentes y a los dueños de los clubes. Al frente del Interviú Lloy’s estaba el periodista deportivo José María García con el que entablo amistad y rivalidad. Tenía el club madrileño a dos brasileños: Claudio y Mauro, que eran las estrellas que lo hacían campeón. Blanes se fue a la capital de España y se reunía con los agentes de los jugadores y luego con ellos y los convencía para venir a Almería. Armó la revolución y logró ganar el título nacional y que toda España mirara a su tierra. Luego llegó la Copa de Europa y viendo que no le ayudaban las instituciones vendió la plaza a Xerez.

Se armó la mundial por un retraso

Golpes en la puerta de chapa, la taquilla desbordada, la pista ocupada y eran casi las 8 de la tarde. La directiva del Cajalmería con Rafael Mezquita a la cabeza trataba de calmar a Guillermo Blanes pidiendo una paciencia ya agotada, mientras la afición empezaba a gritar. Fueron minutos de alta tensión y el conserje contentaba a todos y abría la puerta para que entraran los aficionados. Al equipo de balonmano le vino de perlas porque vieron cubierta una grada bajo mínimos y acabaron ganando el partido. Aquello no terminó con la bronca de los aficionados porque se convocaba una reunión urgente para tratar los horarios. No volvió a suceder, pero se vivieron momentos de pánico cuando los golpes en la puerta hacían retumbar el pequeño pabellón. Vivía todavía don Rafael Florido que era el director del Colegio Goya.