Pacheta: así no se puede trabajar

Almería

Han caído dos entrenadores en 6 jornadas de competición y no se ha tenido miramiento con sus logros deportivos y su trabajo realizado. Se decide en caliente con la derrota en el cuerpo y cuando se vienen a dar cuenta y reflexionan, se encuentran con un gasto desmedido y otro entrenador que trabajará igual que el despedido y dependerá de los mismo: los resultados. Así no se puede trabajar y ni Pacheta está tranquilo en el Granada ni Gabi en el Real Zaragoza, por citar dos banquillos calientes por la situación de sus equipos. Todo es de boquilla a nivel de clubes. Lo de mantener la confianza y ratificar al entrenador: se dice pero no se hace. Firmar por tres años, despedir en tres jornadas: el sinsentido del fútbol profesional.

No se puede sostener esta situación y los clubes cargan su falta de planificación en los técnicos que hacen lo que pueden y necesitan un tiempo que no se les da. No se sostiene que pongan en la calle a un entrenador del Castellón por una mala racha con una propuesta valiente y un equipo muy vivo. Que todo el trabajo (con ascenso incluido) de Raúl Llona no le de para seguir en la Cultural Leonesa no se puede sostener. En Almería la guillotina no ha dejado de funcionar con los entrenadores y el gasto ha sido desmedido y los resultados: los mismos. No se duda de Pacheta ni de su trabajo pero si no hay resultados lo van a poner en la calle: como a todos.

Los jefes son los que mandan

Pocos entrenadores hay en LaLiga como José Rojo Martín, Pacheta. Un técnico celebrado en Granada mientras se dieron los resultados. Trabajando en un equipo de autor en pleno mercado y cambiando piezas y aceptándolo todo. A tumba abierta con sus futbolistas y luchando pese a que “todo sale de culo”, dice. Ha salvado la cabeza en Burgos y se vuelve a examinar en la siguiente jornada consciente de quién manda: los resultados. El banquillo se sostiene ganando y los clubes inmersos en la vorágine del mercado quieren resultados inmediatos.

Hay que cambiar el modelo de una vez y hacer algo para que los profesionales del banquillo tengan donde agarrarse y los clubes también. El poder no lo tiene el presidente ni el entrenador. Cuando el campo saca el pañuelo al palco la reacción en cadena se desata y el banquillo salta por los aires. Se toma la decisión en caliente y se ficha a otro que promete lo mismo: trabajo y conocimiento. No tiene otras armas Pacheta como sus compañeros, pero son pistolas de agua contra tanques si los marcadores no se dan. Seamos claros: los jefes son los resultados.

Solo cuentan los marcadores

Los clubes son sociedades anónimas en su mayoría y otros grandes empresas, y cuando se asoman los números rojos y peligra la categoría, sobre todo en Segunda, se pone al entrenador en la calle. Los dirigentes van al partido y gestionan desde su despacho y piden números. Los entrenadores hacen siempre lo mismo para ganar pero juega el contrario, la suerte y las decisiones arbitrales. Cada partido es una moneda al aire por mucho que lo prepares y después de cada jornada salen los entrenadores señalados y empiezan las mentiras. No son tontos: si no ganan los despiden. Lo saben.

¿Por qué firman tres años a un técnico?

Lo peor de todo es que son los clubes que conocen de qué va esto los que meten la pata y claudican ante el agente valiente que amarra a su entrenador más de una temporada. Craso error lo de firmar a un técnico hasta tres años que es lo que se estila cuando a la primera mala racha le despiden y le tienen que pagar un finiquito de aúpa. Los clubes no quieren riesgos y no tienen miramiento a la hora de cambiar de técnico, porque la plantilla que hicieron si no es buena: no la van a despedir. Así no se puede trabajar: los banquillos arden y los técnicos salen ardiendo.