Los Torres Caravaca, pito en boca
Hijos del camarero del Imperial sobrevivieron a encerronas en tiempos de palizas a los árbitros

Juan José, paco y Rafael Torres Caravaca. / Juan Lozano

Almería
“Le han ‘pegao’ una paliza a un árbitro de Almería” se comentaba un domingo cualquiera antes de comenzar un partido del Almería en el Estadio de la Falange. Eran tiempos de encerronas y violencia incontrolada en algunos campos, cuando la pareja de la Guardia Civil se veía impotente para contener la furia y la pasión de los exaltados corriendo tras el árbitro por el campo.
Esta historia la sabían de memoria los Torres Caravaca porque nacieron con un silbato en la boca, y si no les tocó a ellos (que si) les pasó a algunos compañeros. Fueron colegiados de Paco Guillén Llóris y crecieron en el arbitraje siguiendo la estela de Andújar Oliver.
Rafael era el mejor (decían los entendidos) y nos da unas pinceladas de su camino al Colegio de Árbitros porque de su carrera hay para escribir un libro. Luego Juan José y Paco siguieron su camino, pero esa es otra historia.
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Ferrete
Rafael Torres Caravaca como sus hermanos sintieron el gusanillo de pitar partidos y empezaron sus carreras por separado y siempre unidos. Solo la edad y la llegada al colegio les hizo diferentes. Cuenta el alumno más aventajado del colegio que: “Me hice árbitro cuando yo tenia 14 años e ingresé en febrero de 1970 y el colegio estaba situado en la calle Juan Lirola, lindando con la Imprenta Orihuela. El delegado de los árbitros en aquel tiempo era Antonio Vicente Ferrete, que años antes fue el primer árbitro almeriense ascendido a la Segunda División, y le ayudaban y colaboraban en su labor de delegado, Juan Cabezas Requena y Francisco Guillén Llóris, estos eran árbitros, con una labor muy dilatada, pero muy cercanos a tener que dejar el arbitraje, como árbitros en activo por la edad”.
Cuenta Rafael sobre Paco Guillén gran impulsor del arbitraje: “No puedo decirte como era Francisco Guillén Llóris de trencilla, ya que cuandoyo comencé, a él no lo vi arbitrar, pero si se por lo que decían los compañeros, que fue un hombre que como colegiado, trato de ser justo y honrado en los terrenos de juego”.
Relevo
Cuando Ferrete dejó de ser ‘el jefe’ del colectivo arbitral, “entró de delegado Antonio Cortés Romera y el colegio pasó a tener su sede en Carretera de Ronda frente a la Bola Azul, allí siguieron colaborando y ayudando en los despachos, tanto Cabezas, como Llóris, pocos años después la sede arbitral cambió nuevamente de domicilio, instalándose en la calle Murcia y definitivamente dos años después, la sede del colectivo, se instaló en un local ya en propiedad, que es donde está hoy día desde 1980 en la calle Regocijos en el número 100, en esta sede Francisco Guillen Llóris ha sido delegado casi diez años”.
Los Torres Caravaca se integraron en el colectivo arbitral en tiempos difíciles cuando los campos eran de tierra y la protección no iba más allá de la pareja de la Guardia Civil y los delegados de los equipos.
Guillén Llóris
“De Paco, como los árbitros le hemos llamado siempre, solo puedo decirte, que fue un delegado muy comunicativo, con todo el colectivo arbitral almeriense, luchando por sus árbitros a capa y espada y entregado siempre a nosotros para que fuéramos mejores, fue un hombre cabal y si te podía dar un consejo, ahí estaba él y si tenía que decirte algo, porque te hubieras equivocado en jugadas. Él era el primero, que al día siguiente en el colegio, le gustaba comentar contigo cualquier incidencia o problema, que se hubiera producido en el partido que habías dirigido, porque siempre buscaba en nosotros todo lo bueno, para que fuéramos los mejores para alcanzar los ascensos”, recuerda Rafael de esos años maravillosos de arbitraje.
Valientes
Los hermanos Torres Caravaca pitaron fuerte en su etapa y crecieron mucho dentro del escalafón arbitral y se ganaron la fama de árbitros valientes por los campos de España. Rafael llegó a estar en Primera División con Juan Andújar Oliver como juez de línea y se retiró con una hoja de servicios intachable.
De los tres se decía que eran ‘duros de pelar’ por los campos, ya que antes había árbitros caseros y valientes. Los Torres Caravaca se ganaron la fama de ser justos y valientes, lo que les costó salir corriendo de más de un campo y presentar partes de lesiones en algunos partidos, pero eso no frenaba sus ganas de arbitrar.
En la calle Regocijos tenían su casa y cuando pasan por la puerta recuerdan el colegio y a un Paco Guillén Llóris que los protegía.

Tony Fernández
Redactor de Deportes de SER Almería. Llegó a la SER en 1996. Antes, en RNE. Más de 40 años de experiencia...




