El primer callejero de Arahal: así eran sus 38 calles en 1570
Un recorrido histórico por las primeras trazas documentadas de la villa y su organización espacial en tiempos de Felipe II


Arahal
Rafael Martín Martín, cronista oficial de la Ciudad - Comentario 84

Rafael Martín - Primer callejero de Arahal - Comentario 84
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El pasado día 27 de septiembre del presente año presenté una ponencia en el quinquagésimo Congreso de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales, que se celebró en la Granja de San Ildefonso en Segovia, titulada Topografía urbana de Arahal en el siglo XVI: El testimonio de 1570. Un recorrido por las primeras trazas documentadas de la villa y su organización espacial en tiempos de Felipe II. Quiero que vosotros seáis partícipes igualmente de esta ponencia, de cierta importancia, porque es el primer testimonio documental de la traza urbana de la reciente villa de El Arahal. Dada la extensión de la misma, su contenido se desarrollará a lo largo de dos sesiones.
Hasta la fecha, no existen estudios detallados sobre la expansión urbana de la villa de El Arahal desde sus orígenes como asentamiento en la primera mitad del siglo XIV. La única información disponible proviene de fuentes demográficas: en primer lugar, el documento de permuta del lugar entre la Orden de Alcántara y el Marquesado de Villena en 1461, y más tarde el Censo de los pecheros de 1528, un registro minucioso encargado por Carlos I que sirvió de base para posteriores recuentos catastrales y demográficos y en el que se refleja que “ El Arahal es una villa que produce abundante vino y aceite y dispone de mucho ganado. Hay algunos oficiales y trabajadores y el número de pecheros se eleva a 746,” dependía de la villa de Morón de la Frontera, “villa del Conde de Ureña que arriendan los vecinos y cogen mucho pan. En tierras propias obtienen mucho aceite y bastante vino y disponde de mucho ganado, su número de pecheros se eleva a 934”.
El artículo, que aquí se presenta, aporta nuevos datos que permiten completar con rigor la situación demográfica de El Arahal en el año 1570. Además, ofrece una imagen —aunque parcial— de la villa en pleno siglo XVI: sus calles, sus nombres, sus límites y los distintos usos del espacio urbano. Se trata, como antes he comentado, del primer documento conocido que describe la topografía urbana de El Arahal, analizando a lo largo del mismo las primeras huellas documentadas de su trazado y organización espacial, así como la distribución de su población según la condición social.
En el siglo XVI, las villas andaluzas empezaban a cambiar su forma de crecer y organizarse. Era una mezcla curiosa: por un lado, seguían arrastrando la herencia medieval; por otro, el Renacimiento traía nuevas ideas, y además la Monarquía Hispánica imponía reglas administrativas para tenerlo todo más controlado. En ese contexto, El Arahal comenzó a despuntar como una villa importante de la campiña sevillana, y poco a poco fue tomando forma su entramado urbano, fundamentalmente a raíz de la adquisición de título de villa y adquirir la total independencia de la villa de Morón de la Frontera, en el año 1554, concedida por el rey Carlos I.
Un momento clave de esta historia lo encontramos en 1570, año en el que hay referencia al primer callejero conocido de la localidad. Y lo curioso es que no nació con la intención de ser un mapa de calles, sino que se conserva dentro de un enorme legajo guardado en la Chancillería de Granada: ¡734 páginas nada menos! Allí se recogía un pleito de 1573 entre varios vecinos —Luis López de Vargas y sus socios contra Pedro Citolero y otros— a cuenta de los gastos de guerra que la Corona exigía tras la segunda rebelión de los moriscos de las Alpujarras, en el período entre 1569 y 1571. Lo que en principio era un documento legal y administrativo terminó siendo una ventana al Arahal del XVI.
Gracias a esas páginas podemos asomarnos a cómo era la villa: sus calles, sus nombres, los espacios de poder y de vida cotidiana… en definitiva, una especie de foto fija, aunque incompleta, del pueblo hace más de 450 años.
Todo esto se enmarca en la época de Felipe II, un rey que quería tenerlo todo registrado y bajo control. De ahí que en esos años surgieran censos, padrones, inventarios y todo tipo de listados. El callejero de El Arahal entra de lleno en esa lógica, aunque hoy lo podamos leer desde una mirada mucho más cercana y humana.
Este estudio lo que busca es recuperar y dar sentido a ese primer callejero. No se trata solo de poner nombres a las calles, sino de entender cómo se relacionaban el urbanismo, la vida social, la economía y los espacios de culto. Y, además, nos permite comparar cómo era el Arahal en 1570 y cómo ha evolucionado hasta hoy.
Para completar el puzzle, también se han usado otras fuentes muy valiosas: el abecedario de documentos notariales de la villa (entre los siglos XVI y XVIII, conservado en el archivo de Marchena), en él se hace referencia a multitud de casas con sus correspondientes ubicaciones y el extracto del Catastro de Ensenada, que aporta información extra sobre la realidad local, que relaciona todos los vecinos de El Arahal del siglo XVIII, con sus propiedades, entre las cuales figuran sus. casas y las ubicaciones y superficie de las mismas
En este trabajo se contextualiza el documento en su época, se presenta el callejero transcrito y se analiza el origen de los nombres de las calles, intentando situarlos en el casco antiguo. En definitiva, se trata de leer la historia de Arahal a través de su espacio urbano, como parte de la memoria colectiva de sus vecinos.
Además, hay que tener en cuenta que el siglo XVI fue un periodo de gran crecimiento para la villa. En 1528 vivían aquí unos 3.000 habitantes, este censo fue conocido como censo de los pecheros, realizado en tiempos de Carlos I; en 1587 ya se contabilizaban más de mil casas y 40 calles, este censo, ya en tiempos de Felipe II es conocido como Censo de los Millones, cuya finalidad era fiscal ; y en 1591 la población rondaba entre 4.400 y 5.000 personas, conocido como el censo de Tomás González, que fue un censo mucho más exhaustivo.
En menos de un siglo, el pueblo prácticamente duplicó su población, y eso, claro, tuvo un reflejo directo en su expansión urbana. Para una mayor comprensión he transformado en habitantes, el concepto de vecinos que así aparecen en los distintos censos mencionados.
Este crecimiento dio lugar en el decenio de 1570 a un entramado urbano compuesto de treinta y ocho calles y 1.084 viviendas, que se extendía desde el núcleo original —situado en los alrededores de la iglesia parroquial y la ermita del Santo Cristo, hacia nuevas zonas, aunque con una importante limitación en su extensión, dado que no se podía ampliar por la parte este de la villa, porque era término ya de la vecina Paradas, un límite que estaba a lo largo de la actual calle de Carmona hasta la propia Vereda de Osuna y que supuso que nuestro pueblo, ya en el año 1961, tuviese que hacer un importante intercambio. En el oeste, la expansión alcanzó los alrededores de las ermitas de San Roque y San Sebastián ( actual iglesia de la Victoria) ; en el sureste, se tomó como referencia la ermita de Madre de Dios del Campo; y hacia el sur, el crecimiento llegó hasta el final de la calle Corredera, en su cruce con las calles Victoria y Las Pedreras. En este contexto urbano emergió también la llamada "plaza nueva", hoy conocida como plaza de la Corredera.
En la villa de El Arahal era común que las calles llevaran el nombre de vecinos destacados, una práctica habitual en la época que reflejaba el peso social, económico o religioso de ciertas familias o individuos dentro de la comunidad, por ejemplo el de Asencio Martín o el de Mogrollos, personajes considerados como caballeros de cuantía, por su poder económico.
Un antiguo documento conservado en la Chancillería de Granada nos permite recorrer las treinta y ocho calles que formaban el callejero de El Arahal en 1570. De ellas, sorprendentemente, veinticinco, es decir un 66% siguen manteniendo la misma denominación después de 450 años . Esto demuestra la profunda conexión de la localidad con sus raíces históricas. El Arahal siempre ha sido un pueblo en el convergen tanto su tradición con los grandes avances tecnológicos y esto refleja una muestra de ello.
En el corazón de la villa de Arahal, durante el siglo XVI, los edificios de carácter singular, como así se refleja en el plano que se acompaña, que más llamaban la atención eran los religiosos. La iglesia parroquial de Santa María Magdalena dominaba el centro, acompañada de la ermita del Santo Cristo, que a finales de ese siglo tuvo que ampliarse porque la devoción y la población no dejaban de crecer. La reforma añadió una segunda nave de unos ochenta metros cuadrados.


Portada de la antigua ermita del Santo Cristo
Muy cerca se encontraba la ermita de San Juan, hoy conocida como iglesia de la Veracruz. Esta zona sur de la villa empezó entonces a cobrar vida, hasta formar la Plaza Nueva, la actual Plaza de la Corredera. En documentos de la época, la citada ermita aparece también como San Juan de Letrán. En ella, tenía su sede la cofradía del Santo Rosario.
Más apartada, en dirección a la actual calle Sevilla, se hallaba la ermita de San Roque, sede de la cofradía del Señor San Roque. Se encontraba en el ruedo de la villa, un lugar que rodeaba a todo el término urbano y cuyas tierras eran las mejores de todo el término municipal. Eran tierras comunales, propiedad del municipio, arrendadas a ciudadanos arahalenses. En aquel tiempo no existía la calle que hoy lleva su nombre, quizá se abriría después, a raíz de la llegada en 1624 de los franciscanos descalzos, que levantaron su convento junto a la ermita y procedieron a la edificación en la década de los años sesenta del siglo XVII a la nueva iglesia de San Roque. Se han encontrado documentos notariales de 1633 reflejando ya la existencia de casas en esta calle.
Otra referencia destacada era la ermita de San Sebastián, en el suroeste de la villa. Sabemos que ya existía en 1546 y que sobre ella se construyó la iglesia de la Victoria, que dio nombre a la calle Victoria. Esta nueva iglesia fue financiada por el IV Conde de Ureña y atendida por los padres mínimos, que se asentaron en un convento que llegó a desempeñar una importante función en la localidad, especialmente la función docente y espiritual.


Calle Victoria, con la iglesia de la Victoria al fondo. Foto del Archivo de A. Pereira
También la ermita de la Madre de Dios del Campo, al sur del pueblo, tuvo gran importancia. Se levantó probablemente entre finales del siglo XV y principios del XVI, dio nombre a la actual calle Madre de Dios y se mantuvo en pie hasta la década de 1870. Estaba situada junto al ruedo de la aldea, en las tierras más fértiles del término, como antes se ha indicado.
Entre los edificios civiles sobresalía una casa en la actual calle Marchena, probablemente del XVI, que llegó a albergar en algún momento la casa de cavildo de Arahal, aunque también hay acta firmado por el notario Pedro Galindo, en el que da fe que “… por voz de Juan de Alcántara, pregonero de esta villa se publicó el bando que mandad por la antecedente providencia en las puertas de las casas de cavildo en la plaza vieja…” fechado en mil setecientos sesenta y uno, acta que figura en el libro intitulado extracto de las respuestas generales respectivo a la villa del Arahal y que ubica la casa consistorial de la villa en la plaza vieja.


Patio del posible edificio del cabildo municipal de El Arahal s. XVI.
Las viviendas combinaban la tradición mudéjar andaluza —patios frescos, muros encalados, cubiertas de teja curva— con la practicidad de un pueblo agrícola.
- La mayoría de sus moradores, en torno al 65 % de las familias, eran jornaleros. Sus casas eran sencillas, adaptadas al trabajo del campo: alrededor de setecientas en total.
- Los vecinos más acomodados (aprox. 35 %) tenían casas más amplias, con patios y aljibes, reflejando la creciente prosperidad de la villa.
No era raro que casas edificadas en un solar superara los 300 o 400 o incluso 700 metros cuadrados, ya que en la misma propiedad se ubicaban aperos de labranza y cuadra para los animales. Por eso algunas calles, como la de Doña Luisa, podían tener solo tres viviendas. Eran construcciones prácticas, sin grandes adornos de piedra, un rasgo que cambiaría en siglos posteriores..
En aquella época, El Arahal estaba bajo la jurisdicción de Don Pedro Girón, V Conde de Ureña y recientemente nombrado por el rey Felipe II I duque de Osuna en 1562 . El gobierno local lo ejercían figuras como el corregidor Don Diego de Córdoba, el alcalde ordinario Don Antón García Antequera y el regidor Don Diego Núñez de Cortegana, quienes se encargaban de la administración y el orden en la villa. Estos cargos fueron de los primeros en dirigir la villa de El Arahal desde su independencia y los responsables de organizar el callejero municipal para proceder a la recaudación, tras la orden regia.
En este registro de 1570 se identifican nominalmente 411 vecinos considerados caballeros de cuantía, es decir, personas con recursos económicos medios o altos, distribuidos a lo largo de estas calles. Además, se estima que había unos 650 vecinos adicionales, pertenecientes al grupo de jornaleros —trabajadores sin propiedades—, que no aparecen individualmente en el documento. La razón es que este censo tenía fines fiscales y sólo incluía a quienes estaban obligados a contribuir económicamente, excluyendo así a los jornaleros, que no tenían obligación de participar en dichas cargas, ni a los hidalgos, que no existían en estos momentos en Arahal, dado que este título no aparece en nuestra localidad hasta períodos posteriores cuando fueron adquiriendo protagonismos. En lo que englobaba la circunscripción de Andalucía, sólo entre el 2 y el 3% tenían esa condición ( según el censo de la Corona de Castilla de 1591, página 606 del Catálogo poblacional de la Administración Gral del Estado. I.N.E. Madrid 1984), ni el clero, que en según el citado censo eran sólo doce.


Mapa de los territorios de la Corona de Castilla en el siglo XVI
Esta nueva villa era una de las más importantes en cuando a su demografía, ocupaba el noveno lugar entre los pueblos que hoy pertenecen a la provincia de Sevilla, superado sólo por Écija, Utrera, Osuna, Estepa, Marchena, Morón, Carmona, Cazalla de la Sierra, y el puesto número 18 de los 177 pueblos en los que se distribuía la provincia de Sevilla, que ocupa en el mapa el nº 27 de la corona de Castilla en el siglo XVI y que incluía las actuales provincias de Sevilla, Cádiz, Huelva y algunos pueblos de Badajoszy de Málaga, como Antequera.
Estaba considerado según la catalogación del censo de 1591 entre los pueblos de tipo mediano alto, que eran los comprendidos entre los 1000 y 1999 vecinos, sólo superados por los pueblos menos grandes, grandes y muy grandes y por encima de pueblos mediano, mediano bajo, menos pequeño, pequeños y muy pequeños, como así establece por medio de gráficos los distintas provincias en las que se dividía el Reino de España.
En la próxima sesión se analizará la nomenclatura de las distintas calles y haremos un recorrido por ese primer trazado de la villa de El Arahal.

Sonia Camacho
Sonia Camacho es directora de Bética de Comunicación y fundadora de Estudio 530. Comunicadora andaluza...




