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Opinión

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La opinión de Lola Fernández

06.10.25 LOLA FERNÁNDEZ

Morón de la Frontera

¡Hola de nuevo amigos!

El titulo suena a la canción de Gardel, que solo tomo prestado, aunque hay algunas frases que bien podía poner en este comienzo.

Me ha costado volver de nuevo tengo que reconocerlo, estaba y sigo cargada de pesimismo, tristeza e indignación.

Buscar un comentario que se salga de este enclave es difícil sintiendo y viendo el panorama mundial y el nuestro propio, es difícil buscar las palabras que llenen estos 3 minutos de algo de lo que a mi me gusta hacer y es devolverles los buenos días como lo que son, ¡buenos días!

Dicen los mayores, que realmente son los que dicen la verdad, por todo lo vivido anteriormente, que somos generaciones de cristal, que nos rompemos solo con el roce del que no queremos a nuestro lado, que el tiempo es el suelo contra el que estallamos y que, si seguimos así, nos quedaremos solos, porque ni tu hermano o hermana, sangre de tu sangre, querrá un acercamiento, imagínate los que son solo tus amigos o conocidos, así que quedarnos solos lo aprendemos tarde.

Y es verdad también lo que dicen, que la nostalgia es peligrosa, porque se echa de menos ser aquel que fui y que cada tiempo son buenos tiempos, cada uno a su manera y que cada momento tiene su luz y sus sombras. Cada día tiene su risa y su dolor.

Vuelvo con esa nostalgia con la que me fui, de tristeza por todas las guerras que está envolviendo al mundo, por tantas muertes inocentes, de tantos sátrapas sentados en sus sillones de oro, de tantos zorros con piel de cordero, de tantos demonios que hacen de la vida una terrible prueba de cicatrices y arrugas, si las consiguen tener y aunque los más optimistas siempre opten por lo de “Todo pasa”, pasa, pero quedan los cristales rotos de las vidas ajenas o propias.

Vuelvo con la esperanza de llenar mis comentarios con al menos algunos de los zapatos de mi maestro Juan José, para que me lleven a donde sus ojos miraban.

Y sí me despido con unas frases de Gardel:

“Guardo escondida una esperanza humilde

Que es toda la fortuna de mi corazón”

Joan Margarit a ese momento en la vida, «cuando ya no hace daño la vida que se pierde, cuando ya la lujuria es tan solo una lámpara inútil, y la envidia se olvida. Es un tiempo de pérdidas prudentes, necesarias, y no es un tiempo de llegar, sino de irse».