No era paz
El Paso Cambiado de Julián Granado

Morón de la Frontera
No era paz lo que queríamos, no. La paz es lo que sucede a la guerra, y allí hemos quedado en que no había guerra, sino masacre o genocidio, como mejor les cuadre a los semánticobjetores. Galgos o podencos, a fin de cuentas, exterminio planificado de un pueblo indefenso. Y lo que corresponde, como reparación histórica del exterminio, es la justicia. No es paz, por tanto, lo que exigimos a estas alturas de la película, sino justicia. Y si no, que se lo pregunten al pueblo gazatí, al que por cierto nadie (ni el criminal Netannyahu ni el jocker Trump) le ha preguntado por sus demandas. Ni lo ha sentado siquiera a la mesa en que se negocia su futuro.
¿Y qué es aquello que lo impide? ¿Acaso no disponen los palestinos de un interlocutor que les represente? Sí que lo tienen: se llama Hamas, y por mucho que se desarme, y se recomponga y se reconvierta tras el alto al fuego, una cierta facción irredenta tendrá que hacerse cargo histórico de tantas y tantas voces silenciadas. La de los huérfanos, la de los niños de infancia truncada, la de los viudos, la de los desposeídos, la de los humillados y ofendidos. La de los muertos anónimos y la de los muertos en vida. Voces dormidas que no callarán, por más que se retire el ejército exterminador al otro lado de las líneas. No por esa retirada estratégica, en cualquier caso, menos amenazador.
El crimen de lesa humanidad ha abierto el melón de las heridas cicatrizadas en falso. Y a él seguirá, inevitable, la lucha armada. En su forma terrorista, sí, como única alternativa que le han dejado expedita al pueblo palestino superviviente, mientras no obtenga reparación por parte del agresor Estado de Israel. Y suma y sigue, y vuelta a empezar, mientras el mundo no le ponga coto al sionismo. Y mientras los criminales de guerra no vayan palante, como fue en su día Milosevic, como amenaza Occidente con hacer con Putin, como nadie se atreve de momento a hacer con Netanyahu y tantos ministros de su gabinete que debieran ser procesados ante la Corte Penal Internacional. Ellos tienen a sus rehenes en casa, pero Palestina no tendrá paz en la suya mientras no haya justicia.




