Hace 200 años, Arahal ya tenía su propia “Seguridad Social” gracias al Hospital de la Misericordia
Un modelo pionero de atención médica y ayuda social que garantizaba medicinas, comida y salario a los enfermos más pobres del siglo XIX


Arahal
Rafael Martín Martín, cronista oficial de la Ciudad - COMENTARIO Nº 86

Rafael Martín Martín - COMENTARIO Nº 86
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Hace unos días, en una conversación distendida entre amigos, surgió un tema que merece ser compartido con todos ustedes: la extraordinaria labor social y humana que ha realizado la Hermandad de la Santa Caridad y Misericordia de Arahal a lo largo de su dilatada historia. Esta Hermandad que el próximo año cumple quinientos veinticinco años de su fundación.
Muchos la conocen por su dimensión religiosa, por sus procesiones, por sus titulares, en especial por el Señor de Arahal, el Santo Cristo de la Misericordia ...Pero quizá no tantos por su incansable labor asistencial, que comenzó nada menos que en el año 1501.


Antigua Imagen del Santo Cristo de la Misericordia
Una labor que se consolida en 1516 con la creación del Hospital de la Santa Caridad, y que marca el inicio de una obra de misericordia que ha perdurado durante siglos.
Hoy quiero compartir con ustedes algunos datos que nos ayuden a valorar y reconocer esa realidad. Porque no se trata solo de la devoción a sus titulares, que por supuesto es el alma de toda hermandad, sino de algo aún más profundo: el compromiso constante con los más necesitados, con los enfermos, los pobres, los transeúntes sin techo, los que sufrían en silencio, los olvidados.
Y es justo decir que no fue solo mérito de esta hermandad, sino muchas otras cofradías y hermandades de nuestro pueblo, surgidas en distintos momentos de nuestra historia, en especial en los momentos de mayor necesidad, como a lo largo del siglo XVII, las que han mantenido ese espíritu vivo. En todas ellas, desde sus primeras reglas, encontramos una prioridad clara: entregarse a los demás, vivir la fe desde la caridad y el servicio.
En un tiempo en el que no existía aún la beneficencia pública ni los servicios sociales, El Arahal supo organizarse a través de sus hermandades para cuidar de su gente, con medios limitados pero con una generosidad y un corazón inmenso.


Por eso, hoy más que nunca, es justo recordar, reconocer y agradecer. Porque conocer nuestra historia es también una forma de construir comunidad y de seguir apostando por los valores que han hecho grande a nuestro pueblo: la fe, la solidaridad y la entrega desinteresada al otro.
En el caso que nos ocupa, referente a la labor del Hospital de la Santa Caridad y Misericordia, no sólo atendía a los enfermos entre sus muros, sino que extendía su labor más allá, a las calles, a los cortijos, a las casas más humildes… a los más olvidados. En tiempos en los que la atención sanitaria era un privilegio y no un derecho, en Arahal se desarrolló un modelo de asistencia a los pobres digno de estudio y, por qué no decirlo, de admiración.


Portada del Hospital de la Santa Caridad y Misericordia
No hablamos aquí solo de caridad religiosa, ni de limosna ocasional. La misericordia era un sistema organizado de ayuda: constante, documentado, supervisado y sobre todo, eficaz. La propia Hermandad y su Hospital se ocupaba de quienes no tenían nada, ni siquiera techo: los pobres de tránsito, aquellos que pasaban por el pueblo sin recursos, en busca de pan, refugio o cura para sus dolencias, encargándose de los gastos de su traslado al hospital de la Caridad de Utrera, centro de importancia de la comarca.
Este modelo, aunque profundamente arraigado en los valores cristianos de la Hermandad, fue evolucionando con los aires de modernidad que trajo el liberalismo del siglo XIX. La Constitución de 1812 incluyó en su artículo 3º la obligación de los españoles a ser justos y benéficos, pone a cargo de los Ayuntamientos el cuidar de los hospitales, hospicios, casas de expósito y demás establecimientos de beneficencia bajo las reglas que se prescriban y a las Diputaciones provinciales les encarga cuidar de que los establecimientos de beneficencia cumplan sus objetivos.
Esta norma fue precisamente una de las principales novedades que se introdujo durante el trienio liberal (1820-1823) y que afectó al Hospital, dado que la beneficencia, entonces dirigida por órdenes religiosas, en concreto por los Obregones, pasó a manos de los ayuntamientos. Fue la primera vez que en Arahal se creó una Junta de Beneficencia, en la que intervenía junto con el Ayuntamiento la propia Hermandad y un representante de la jerarquía eclesiástica. Va a ser precisamente esta Junta de Beneficencia quien tome las riendas de este Hospital, relegando a un segundo plano a los que habían sido hasta este momento administradores del mismo, a los hermanos Obregones y desde el propio hospital se establece una nueva dinámica, ampliándose la actuaciones sanitarias del mismo no sólo a la hospitalización, como había venido ocurriendo desde 1664 sino también a la actuación extrahospitalaria, adelantándose así a la propia Ley de Sanidad de 1855 que ya contemplaba esta actuación.


Entrada a lo que fue el hospital
¿Qué novedades introducía esa atención extrahospitalaria para Arahal?
1ª Esa atención estaba dirigida a la población pobre que era atendida por dos facultativos, uno del propio hospital y otro del ayuntamiento; en este caso, en esta etapa inicial fueron D. Juan Rodríguez Cavello y D. José de Lara. Ellos asistían a los enfermos en sus propias casas. Hay constancia de un elevado número de visitas, en torno a 600 visitas durante el segundo semestre del año 1823.
2ª El suministro de todas las medicinas, asumidas por una farmacia de esta localidad, la del farmaceútico D. Antonio Armario.
Tras desaparecer este período liberal y aparecer de nuevo el absolutismo de Fernando VII durante el período conocido como década ominosa (1823-1833), deja de ejercer el mando del hospital esa Junta de Beneficencia y son de nuevo los obregones los que se hacen cargo del mismo, interrumpiéndose esa atención extrahospitalaria, que tantos beneficios había traído a la población necesitada de la villa de El Arahal; aunque sí se había iniciado un precedente que va a tener unas consecuencias importante en períodos posteriores.
La vuelta del liberalismo, tras asumir el poder la regencia de María Cristina, por la minoría de edad de la futura Reina Isabel II, a partir de 1834, supuso un importante cambio en la sociedad, aunque coincidió con una época presidida por continuas adversidades, entre ellas la epidemia de cólera. De nuevo nuestro pueblo se convierte en avanzadilla de las medidas sanitarias, reforzando las actuaciones en el seno de los ingresos hospitalarios, sino sobre todo volviendo a la atención extrahospitalaria, asumiendo de nuevo la Junta de Beneficencia las atribuciones que había tenido anteriormente, con una diferencia muy importante. Ya no sólo se atendían a los enfermos en sus casas por los médicos tanto del hospital como del ayuntamiento, se le facilitaba la medicación, sino que y de ahí la principal novedad, se les facilitaba todo tipo de enseres necesarios, como colchones, ropa, comida e incluso se les socorría con una asignación diaria de tres reales, que era el sueldo que cobraba un obrero, garantizándole así el sueldo a la familia, como medida de carácter social, afrontando así ese pago por incapacidad laboral, adelantándose en más de cien años a la primera medida que se puso en vigor en España , el llamado Seguro Obligatorio de Enfermedad en el año 1942.
Todo ello era costeado por el hospital y controlado por la Junta de Beneficencia. Esta asignación supuso, como antes se ha comentado, una importante medida social para paliar los graves problemas de hambruna que se presentó en esta época de continuas sequías. La asignación no era discriminatoria, era para todos los enfermos, mayores y jóvenes, hombres y mujeres, tal como así consta en la documentación de la citada Junta de Beneficencia, que se encuentra en el archivo de la Hermandad de la Misericordia. El control era muy estricto ya que el acto médico tenía que ser autorizado por el propio Presidente de la citada Junta y avalado por los componentes de la misma.


Antiguo patio del Hospital de la Santa Caridad y Misericordia
Esta situación afectó al período comprendido entre 1836 y 1841 y a modo de ejemplo, tal como se refleja en los datos correspondientes al año 1840 ingresaron en el hospital treinta enfermos, y fueron atendidos en sus casas domiciliarias ciento dieciséis enfermos de ambos sexos, dándoles cada día a cada uno tres reales, medicina, sangría y sanguijuelas y asistencia de facultativo, llegado a alcanzar los gastos domiciliarios un total de 16.283 reales, de los cuales 13.789 eran por socorros y el resto para gastos de los facultativos y de las medicinas. En este período los médicos eran D. Manuel Herrera y D. José Lara.
Este período coincidió igualmente con un momento importante para nuestra localidad y también, para nuestro Hospital de la Santa Caridad y Misericordia. Me estoy refiriendo a la desamortización de Mendizábal que se llevó a cabo entre 1836 y 1837 y que acabó con muchas órdenes religiosas. Los hermanos obregones, por ejemplo, se fueron, pero quedó su legado. El último el hermano Antonio de San José que había sido mayordomo durante los dos últimos decenios, siguió firmando los libros del hospital hasta el último de sus ingresos en agosto de 184. El permaneció asilado en el citado hospital ,como un enfermo más, muriendo entre esas paredes de ese hogar al que tanto sirvió.


A.H.M. Documento extraído del libro de enfermos desde 1834. Es la última anotación de enfermo por parte del Hermano Antonio de San José de los Hermanos Obregones, congregación que estuvo como administradora del Hospital desde el año 1664 hasta esta fecha de agosto de 1841.
Dice textualmente el texto: Primera anotación. “Sevilla nº 7. Antonia de Reyna, hedad 35 años, hija de Monsoy de Ana Mayrena, casada con Juan Bermudez natural de esta billa del Arahal. Empezó a tomar el socorro en 25 de Mayo de 1836. Sanó en 4 de Junio y recivio del socorro 11 días que son 33 reales.”
Seguna anotación. “ Nueba nº 22. Juana de Reyna hedad 40 años hija de Alonso y de Ana Mayrena casado con Juan Gonzalez natural de esta billa del Arahal. Empezó a tomar el socorro en 25 de Mayo de 1836. Ceso en 30 de Junio y recivio el socorro 37 dias que son 111 reales. “
Esto no es sólo historia, es una lección, una inspiración. El Arahal fue pionero en asistencia social y sanitaria, no por leyes, ni por obligación, sino por convicción, por fe y por humanidad.
Hoy que hablamos tanto de políticas sociales, de sanidad pública, de atención primaria y de justicia social, mirar al pasado nos puede enseñar mucho. Este modelo local del siglo XIX —imperfecto, limitado, pero profundamente humano— es un ejemplo real y cercano de cómo una comunidad puede organizarse para no dejar a nadie atrás.
En un tiempo sin Seguridad Social, sin derechos consolidados, sin tecnología, el Arahal del siglo XIX supo construir un sistema que combinaba compromiso moral, organización ciudadana y atención profesional.
Y lo hizo con documentos, con cuentas claras, con diagnósticos, con médicos que caminaban casa por casa, y con una convicción profunda: la miseria no podía ser condena; debía ser atendida con dignidad.
Que esta historia nos inspire, que nos recuerde que cuando hay voluntad, empatía y organización, el bien común siempre es posible. Muchas gracias.

Sonia Camacho
Sonia Camacho es directora de Bética de Comunicación y fundadora de Estudio 530. Comunicadora andaluza...




