El bullying que ni se huele
Según la Fundación Anar, casi uno de cada diez estudiantes afirma que él mismo o uno de sus compañeros sufre acoso escolar

La Columna de Ana Huguet ( 20(10/25)
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Jerez de la Frontera
Un nuevo caso de suicidio de una adolescente en Andalucía vuelve a mostrar ante los ojos de todo el que lo quiera ver las grietas de un sistema que no funciona en la detección y actuación contra el acoso escolar. Sandra tenía 14 años; era víctima de acoso escolar; su madre avisó al centro; el colegio, según la Junta, no activó el protocolo; y ella se quitó la vida sin que la administración haya ni olido el caso.
Los datos de bullying están ahí para quien los quiera atender. Según la Fundación Anar, casi uno de cada diez estudiantes afirma que él mismo o uno de sus compañeros sufre acoso escolar; uno de cada cuatro señala que las situaciones de acoso duran más de un año; uno de cada cinco profesores asegura conocer casos de bullying en su centro escolar; y casi la mitad del alumnado reconoce no reaccionar ante maltratos que sufren compañeros. A esto se añade, según el INE, que los suicidios de menores de entre 15 y 19 años han aumentado un 43% en los últimos tres años y que el 70% de los chavales con ideas suicidas declara haber sufrido maltrato en su centro educativo.
Hay cientos de casos tapados y otros tantos expedientes fallidamente cerrados porque no hay tolerancia cero en las aulas ni en muchos centros educativos ni en la administración. Faltan toneladas de formación, concienciación, campañas institucionales de información, sanciones para los que ignoren los protocolos y toneladas de control. Lo mejor siempre es empezar por reconocer lo evidente: El sistema que nos hemos dado para reducir el acoso escolar no se cumple y no funciona.




