Demasiados decibelios

Sevilla

La crisis política que para la Junta de Andalucía supone el caso de los errores en el cribado del cáncer de mama está escalando y cada vez genera más ruido.

Pese a la reacción correcta por parte del Gobierno andaluz, que ha pasado por asumir el error, adoptar medidas y asumir responsabilidades políticas con el cese de la anterior consejera de Salud, la crisis ni está resuelta ni se solventará si se convierte en un conflicto con la sociedad civil, más allá de con la oposición.

La denuncia en Fiscalía por parte de la asociación de pacientes que ha logrado poner en un verdadero aprieto por primera vez en los casi siete años que lleva Juanma Moreno al frente de la Junta supone un cambio de escala. Y me temo que ni las afectadas ni la Administración han estado a la altura.

Al mismo tiempo que el plan de choque comienza a dar respuesta a las pacientes que no sabían nada de su mamografía anterior para que se hagan una nueva, Amama se fue ante la Fiscalía a hacer una grave acusación: que se estaban modificando diagnósticos y, aún peor, que se estaban haciendo desaparecer pruebas.

La imposibilidad de poder acceder a los informes y pruebas de imagen se debió, según la versión de la Junta, a un colapso del servidor informático en el que se almacenan esos datos. Parece verosímil porque no se podía acceder a ningún tipo de prueba, no sólo a las de pacientes que se han hecho mamografías. De ser así, la asociación se ha precipitado y sólo ha contribuido a avivar el incendio político. Y ese no debería ser su propósito.

Esta actitud ha provocado indignación en el Consejo de Gobierno del PP, que, empero, se equivoca al cargar contra las afectadas y buscar intencionalidades políticas. Es momento de bajar los decibelios y evitar las polémicas.

Esta crisis necesita gestores que se muevan con aplomo y mesura. Sólo con respuesta a las pacientes y diálogo con la sociedad civil se podrá revertir el error y minimizar las consecuencias para la salud pública. La política vendrá después.

Algo que por cierto debería aplicarse la oposición, a la que se le nota demasiado que el objetivo real es más electoral que de otro tipo. Con las vidas no se juega, tienen razón: tampoco para hacer oposición.