El clima contra el calendario
Firma de Opinión del periodista cordobés afincado en Berlín, Julio Canto

El clima contra el calendario. Julio Canto
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Córdoba
El verano no se ha terminado de ir aún. Hace calor y se hace insoportable lo mucho que está durando. No se corresponde con las fechas que vemos cada día en el calendario. Según la ciencia, es algo que ha venido para quedarse y, a pesar de que todos lo notamos, hay estructuras, usos y costumbres que no quieren aceptarlo. Si no, ¿cómo se explica que una ciudad que supera los treinta grados habitualmente entre abril y finales de octubre mantenga sus piscinas públicas y privadas cerradas hasta junio y las cierre nuevamente en septiembre? Por suerte aún encontramos algún helado en las cafeterías, pero lo de lo obligatoriedad estacional es un fenómeno que parece tener poca cabida en la tan defendida capacidad de adaptación del sur de Europa. Un fenómeno que se mueve entre la cabezonería cuadriculada del “ya es otoño” y el profundo deseo de que así sea, aunque el termómetro nos diga otra cosa. Y en ese fenómeno se mueve otro aspecto muy similar, y es el de la venta de determinados productos simplemente porque el calendario así lo sugiere, independientemente de si pega o no pega. Es lo que pienso cada vez que paso por el vial y veo a la gente en camiseta y pantalón corto pasar al lado de un señor que vende castañas asadas. Me quedo siempre entre el impulso de preguntarle cómo está o llevarle directamente una cerveza fresquita. Porque esa es otra: yo estoy acostumbrado a comerme las castañas asadas con un vino calentito, dulzón, propio del otoño-invierno centroeuropeo, envuelto en una chaqueta bien gorda, con gorro y guantes, disfrutando del calorcito que emanan las castañas, y no sufriendo el castigo de un pavimento convertido en barbacoa.
Córdoba, una ciudad a veces maniática con sus costumbres, pero seguro que capaz de evolucionar. Porque si hacemos una procesión en octubre, seguro que también podemos abrir las piscinas hasta noviembre, ¿no?
Un saludo a las Rafaelas y a los Rafaeles.




