Capel, el central del ‘Toblerone’
Llegó joven y se jubiló con su inseparable Lolo cargando y descargando vagones de mineral

Juan Capel con sus recuerdos de futbolista y empleado de la Andaluza de Minas. / Tony Fernández

Almería
Se le saltan las lágrimas al recordar a Lolo; en la pequeña sala de juntas donde las entrevistas de LA VOZ salen solas. Con una carpeta llena de las fotos de su vida, posa a los 70 años aquel central mítico del fútbol almeriense que competía simplemente como Capel. Nacido en El Tagarete le pusieron Juan Jesús de nombre y se bautizaba en la Iglesia de San Antonio, la misma que fue testigo del “si quiero” a Francisca Parra, el amor de su vida. Juan Jesús y Francisco Ángel son el fruto de la vida de un Juan Jesús Capel López al que Dios le daba dos hijos y cientos de niños: miles.
Su vida de delegado de Los Molinos y Almería lo dejamos para luego, porque antes hay que hablar de un niño educado en el colegio Romualdo de Toledo que ahora se llama Lope de Vega, entre su barrio y la Ciudad Jardín. Luego, acabó en la Aneja de la Carretera de Ronda y cuando se sacaba el Certificado de Estudios Primarios se puso a trabajar. Tenía 16 años y entraba de aprendiz en el Taller Monteagud de la Rambla Belén y se hizo cerrajero. Saltaba a Talleres Carmona y de allí a Oliveros que eran palabras mayores en aquel tiempo porque era un empleo fiable y seguro.
Manuel Lazo Felices, Lolo, siempre ha estado en su vida desde que eran niños y sus padres les ayudaron en un momento clave de sus vidas. Eran trabajadores de la Compañía Andaluza de Minas (la de los trenes del mineral) y una recomendación les abría las puertas: primero Lolo y luego Capel. El horario de carga y descarga de vagones era de 6 de la mañana a las dos de la tarde y de esa hora a las diez de la noche si no había barco y tenían que hacer horas extras. El fútbol llegaba después.
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El 'Toblerone' y mucho más
Nacido de esas generaciones donde tener un sueldo fijo te aseguraba un porvenir, la vida de Capel daba un giro fundamental cuando con la ayuda de su padre entraba en una empresa tan ligada a la ciudad de Almería. La de los cables Inglés y Francés y luego la del ‘Toblerone’. Pudo ser entrenador pero el horario de trabajo no le daba garantías y ha sido Capel de esos que adaptan su vida al ‘curro’ y no al contrario. Lolo era más valiente y tenía en Los Molinos al club de su vida y no hablaban de otra cosa porque hasta su suegro trabajaba allí.
Cuando tenían las tardes libres las aprovechaban para enseñar a los más pequeños a jugar a la pelota porque a Lolo y a Capel les tiraba el mundo del balón. A la hora del bocadillo uno con las flechas y el otro con las fichas. Uno entrenador y otro delegado. Y así pasaron los años hasta que llegaba la edad de la jubilación en una empresa a la que dieron lo mejor de sus vidas, cargando y descargando vagones de mineral echando horas cuando llegaba un barco.

Capel en sus buenos tiempos de futbolista. / Cadena SER

Capel en sus buenos tiempos de futbolista. / Cadena SER
Futbolista por pura afición
Cuando un día se cruzaba en su camino el mítico Florencio Amarilla para jugar en el Almería no se lo pensaba, como cuando iba con la AD Almería recién fundada a echar partidos con Santiago Errazquín, Rojas, Cayuela, Maxi o Goros. Aquel juvenil fue su trampolín para el Hércules, Arenas y Plus Ultra. Los Ángeles y Adra fueron sus últimos clubes del llamado fútbol grande porque acabó con Pablo jugando al fútbol sala en el Mediterráneo.
Era un central menos marcador que líbero porque le daba bien a la pelota y en su época se llevaban más los centrales ‘leñeros’ esos que repartían por los campos y Capel era muy correcto en la marca y nada que ver con dar palos. No pasó de la Regional Preferente pero tenía grandes amigos en el Almería. Tras una grave lesión de rotura de menisco y ligamentos hizo la recuperación con Mantecón, Parra y Tasio que estaban apartados por Maguregui y entrenaban con el Arenas, su club en aquella etapa.
Delegado de Los Molinos y Almería
La etapa más bonita de su vida fue la de delegado de equipo llevando a los niños a jugar por toda España logrando campeonatos y forjando grandes futbolistas. Lolo y Capel dieron el salto al Almería de Blanes gestionando sus canteranos con Pepito Navarro a los mandos, y aquello fue una gozada porque la felicidad de los pequeños jugadores contagiaba. Pudo crecer en el organigrama del Almería porque su fundador confiaba en su trabajo pero no quería volar del lado de su inseparable Lolo.
Les contaba a los niños cuando siendo futbolista fue a la Ciudad Deportiva del Real Madrid con el Arenas o aquellos tiempos de la Regional Preferente cuando salían de los campos por piernas si el partido se ponía caliente. Las batallas de Lolo y Capel se recorrían el vestuario y los viajes en autocar. Su pedagogía futbolística era inagotable y la memoria la mantiene intacta para recordar cada foto y su momento. Capel, fue feliz en su etapa de delegado y llegó a ser el utillero del Almería de nuestros días con el filial que entrenaba Pepito Morales.
No se ha movido del barrio
Tagarete, Ciudad Jardín y El Zapillo forman un triángulo muy unido. Son tres barrios en uno que se llevan bien y Capel ahora vive en la calle Las Conchas, a un paso del que fue su centro de trabajo y de la iglesia de su vida. Se le ve recorriendo con los nietos la ciudad buscando un banco donde reposar con la abuela Paquita. Los Molinos ya le queda muy lejos y sin su Lolo en este mundo, poco que ver, ya que ellos tenían su filosofía propia y ahora son otros tiempos.
Capel es un hombre agradecido con todo lo que la vida le ha dado porque es verdad que le ayudaron a entrar en la Compañía Andaluza de Minas pero una vez dentro se aferraba con su inseparable Lolo a ese salario tan necesario para que nada faltara a los suyos. Si le preguntas cuantos niños han pasado por sus manos a modo de fichas… Le da la risa.

Tony Fernández
Redactor de Deportes de SER Almería. Llegó a la SER en 1996. Antes, en RNE. Más de 40 años de experiencia...




