Hay días en los que se quieren escribir muchas cosas

Morón de la Frontera

Hay días en los que se quieren escribir muchas cosas y he esperado al domingo para escribir mi nuevo comentario de opinión, porque el corazón me lo pedía.

El día y el comentario han tomado otros derroteros, los de los pasos que cada año damos por los demás, en un día que barruntaba agua y donde se abrió una mañana azul, con nubes de algodón, que hicieron el camino agradable y entrañable, aunque después nos ha regalado un día de lluvia tan necesitada para nuestros campos.

Escribir viendo llover por la ventana relaja bastante, siempre que estés en tu campo de seguridad, tu refugio, tu tranquilidad.

Aunque te remueva por dentro el recuerdo de los que no tienen esa barrera de seguridad.

Siempre hay un viaje por recorrer, pero los mejores son los que haces desde dentro de tu yo interior, los que van de la compañía a la soledad, los que van de la oscuridad a la luz, los que solo las distancias se recorren con fuerza y con ánimo.

Ese camino los hemos recorrido hoy, hemos inundado las calles de Morón del rosa más bonito que pueda haber, ese viaje se ha visto coloreado en el tiempo que el sol y el calor ha regalado para un camino libre a nuestros pasos, porque la vida es un viaje íntimo, extraordinario y fantástico, si vas con gente que ponen su mejor sonrisa y su mejor trabajo.

Donde no faltan ¡Holas! gente que te conoce y se alegran de verte, de gente que, a pesar de su sonrisa, este viaje le esta costando hacerlo, porque hay viajes que valen una vida, pero se sigue hacia adelante y ves en sus ojos la templanza como único motivo para caminar por ellos y por los demás.

Hemos llegado a un Espacio Multiusos abarrotado y con algún grado de más en el aire, hemos visto la felicidad reinante, aunque con algún que otro pequeño lamento, “que vamos a hacer”, “no queda otra” o el “a pesar de todo” aquí estamos.

Qué grande es Morón, qué grande sus gentes, qué grande es la solidaridad, qué grandes sus ¡gracias!, qué grandes sus saludos y qué grandes y valientes los que luchan cada día con un cáncer, que hacen que ese viaje interior busque esa luz en la oscuridad para brillar en días como los de hoy.

¡Que pequeña me siento ante toda esa fuerza sobrehumana que acompañan a un ser querido ante su proceso! ¡que inútil me siento por preguntar como se encuentran! ¡que inferioridad reflejan mis palabras ante esos gigantes que luchan pese a la brevedad del momento, en la urgencia de los días, en los que solo hay una única conexión y esa conexión son los afectos, el amor, el abrir una puerta cerrada para que puedan entrar los extraños y a pesar de todo sentirse agradecidos y deseosos de conocer a esos seres con corazones ajenos al tuyo, porque al final es lo que vale.

Sentirse amado.