El ciberataque a las fábricas de Jaguar Land Rover deja la producción británica en mínimos y pone en evidencia las brechas del sector

Jaguar Land Rover, el mayor fabricante de automóviles del Reino Unido, ha sufrido un ciberataque de gran magnitud que ha paralizado parte de su producción y ha situado la fabricación nacional de vehículos en su nivel más bajo en más de siete décadas.

El incidente se detectó el 31 de agosto y fue confirmado el 2 de septiembre. Según ha informado la compañía, el ataque afectó a los sistemas logísticos de uno de sus principales proveedores, lo que provocó la interrupción temporal de las plantas de Solihull, Halewood y Nitra, en Eslovaquia. En estas fábricas se ensamblan modelos como el Range Rover, el Defender y el Discovery.

Durante varias semanas se suspendieron turnos y se retrasaron envíos de componentes, con un impacto económico estimado en más de 2.200 millones de euros. El fabricante, propiedad del grupo indio Tata Motors, ha asegurado que trabaja “a contrarreloj” para restaurar sus sistemas y reforzar la seguridad digital de sus instalaciones.

Investigación abierta en Reino Unido

El Centro Nacional de Ciberseguridad (NCSC) y las autoridades británicas mantienen abierta una investigación para determinar el origen y el alcance del ataque. Por el momento, no se ha atribuido oficialmente a ningún grupo de ciberdelincuencia, aunque los expertos apuntan a un posible ransomware, un malware que bloquea sistemas a cambio de un rescate económico.

Fuentes del sector indican que los ciberataques a grandes compañías industriales se han incrementado de forma significativa en los últimos años, afectando a empresas tecnológicas, cadenas logísticas y fábricas de automóviles.

En declaraciones al programa Autoradio, de SER Málaga, el profesor de Ingeniería de la Universidad de Málaga y colaborador del espacio, Juan Antonio Auñón, ha explicado que este tipo de incidentes puede “paralizar por completo” la actividad industrial: “La fábrica pasa directamente a cero: cero producción, cero movimiento. No se puede hacer absolutamente nada”, ha señalado.

Auñón ha recordado que las plantas de automoción dependen íntegramente del control informático:“Hoy en día todo lo controla un ordenador. Si no hay una lucecita verde, el vehículo no pasa al siguiente paso. Las herramientas, las prensas, las máquinas de soldadura… todo está conectado. Si se interrumpe la red, la fábrica entera se detiene.”

Efecto en cadena

El impacto de un ciberataque en la industria automotriz no se limita a una sola planta. El profesor ha advertido de su alcance económico y del efecto dominó sobre la cadena de suministro: “La repercusión no es solo sobre una fábrica. Si se para una planta, se paran cientos de empresas que le suministran materiales. En el caso de la fábrica de Zaragoza, por ejemplo, había 800 empresas alrededor. El efecto económico es increíble.”

Según los analistas, la interrupción en Jaguar Land Rover ha contribuido a que la producción británica de automóviles alcance su punto más bajo en 73 años. La Asociación de Fabricantes y Comerciantes de Motor (SMMT) ha registrado una caída del 11 % en septiembre respecto al mismo mes del año anterior.

Una industria vulnerable

El ciberataque ha coincidido con la publicación de un informe de la consultora suiza SGS, titulado Steering Clear of Automotive Industry Cyber Threats, que advierte del aumento de los riesgos digitales en los vehículos modernos y en las redes industriales del sector.

El estudio alerta de que los vehículos definidos por software (SDV), las funciones basadas en inteligencia artificial y los sistemas de comunicación entre vehículos (V2X) amplían la superficie de ataque para los ciberdelincuentes.

SGS recomienda a los fabricantes cumplir las normas internacionales ISO/SAE 21434 y UNECE R155, que regulan la ciberseguridad automotriz en la Unión Europea, y reforzar la formación técnica en detección de intrusiones y actualizaciones seguras de software.

La seguridad digital, un nuevo eje industrial

Los expertos coinciden en que la seguridad digital se ha convertido en un elemento central de la movilidad actual. La dependencia tecnológica de los procesos de fabricación y del propio vehículo ha transformado los riesgos tradicionales del sector.

En el caso de Jaguar Land Rover, el ataque ha puesto de relieve la vulnerabilidad de las grandes corporaciones ante la ciberdelincuencia y ha reabierto el debate sobre la necesidad de proteger las infraestructuras industriales frente a futuras amenazas.