Divisorias
El Paso Cambiado de Julián Granado

Morón de la Frontera
Mi difunto padre (que a estas alturas será ya polvo de estrellas, o parte de esa nada absoluta en que creen los buenos ateos)… Mi padre, decía, me inculcó un sentido muy social de lo que entendemos por “progreso personal”. “No pretendas escalar posiciones exclusivas sobre las espaldas de los demás”, era su máxima. “Porque cuando crees ascender de clase social, en realidad lo que te estás es des-cla-san-do”. Y fiel a esa creencia, mi padre vivió toda su vida como obrero, y murió como pensionista raso, sin dejar más bienes que el que hizo por los demás, obreros como él, que más a mano tenía. Entendía que el mundo se dividía entre los que viven de su trabajo, y aquellos otros que lo hacen a costa del trabajo ajeno. Trabajadores, al fin y al cabo, y explotadores. “Los que viven por sus manos”, que decía Manrique, “y los ricos”. Claro que, si a bueno no había quien le ganase a mi padre, tonto no era. Y de hecho, sostenía no conocer cosa más incomprensible que un obrero votante de derechas.
Ha llovido más de la cuenta desde que recibí aquellas enseñanzas. Una lluvia torrencial que ha borrado las líneas divisorias, tan claras antaño para las entendederas de mi padre. Ha surgido, con fuerza y retraso, una añorada clase media obsesionada por el éxito y el empoderamiento a cualquier precio. Zánganos y abejas reinonas copando las universidades y las sinecuras del Estado y las finanzas. El espacio del bajo proletariado, mientras tanto, ha sido ocupado por una juventud de desesperanzados e inmigrantes, sin muchos valores morales, y que sobrelleva el día a día con recesos a base de reguetón, magreos apresurados y tatuajes demenciales para los que ya no les queda un palmo libre de piel. Nos topamos a menudo con señores que se comportan como canallas, y pobres de solemnidad sin la menor conciencia de pertenecer a una clase definida. Todo es bulla y confusión, y uno ya no sabe cómo piensan los comediantes de esta Gran Comedia Humana, ni qué pensar de ellos. ¡Ay, padre, si volvieras a este mundo, sin caminos ni luces por las que guiarse! ¡Con lo bien que lo entendías tú!




