Dos muertes en las calles de Sevilla

Hay días que se entiende que ni el sol quiera asomarse a la ciudad. Una automovilista arrastra un cadáver durante cinco kilómetros en los bajos de su coche. La conductora se da cuenta en la Avenida de San Francisco Javier. Una escena espeluznante, una tragedia para comenzar la semana. Por la tarde, de nuevo ya sin luz solar por efecto del otoño y muy cerca del lugar del siniestro, muere un motorista de 21 años en la Avenida de Carlos V. El joven perdió el control de la moto tras atropellar a una mujer que, por fortuna, resultó con lesiones leves.

Hay ejes urbanos marcados por la tragedia en cuestión de horas. La muerte sorprende en cualquier avenida, la muerte siempre es aliada de noviembre, cuando ni el sol quiere saber de la ciudad de la luz.

Noviembre es un invierno adelantado en la vida de algunas personas por culpa de la fatalidad. Hay esquelas que te las encuentras publicadas en la calle, en tus calles, en nuestras calles. En un plisplas. El destino, la suerte, la casualidad, los designios... Así ocurrió en una mañana de escopeta y perro, y así sucedió en una tarde de cielo ya abierto en la que fatalidad se quedó entre nosotros.

Esperaremos siempre la luz de la primavera, la de la estación de la esperanza. Porque no podemos vivir si no es con Esperanza.