Paco, el castañero que anuncia el invierno en el Vial: “Como no haga frío, no vendo castañas”
Los puestos estarán abiertos hasta el 10 de enero
Córdoba
La temporada de castañas ha llegado este año “más pronto que nunca”, cuenta Paco, el veterano vendedor que cada tarde enciende su hornillo en el Vial Norte. “Hemos empezado diez días antes que otros años”, explica, porque el calor retrasó el apetito por este clásico del otoño, pero ahora “ya con el frío apetece y se está vendiendo”.
Castañas de Huelva, Ronda y Galicia
Las castañas que asa estos días vienen de Galarosa, en Huelva, aunque Paco tiene su ruta anual muy marcada: “Las primeras las compro en Ronda, después en Huelva y las últimas en Galicia”. Si tiene que elegir, lo tiene claro: “La pilonga de Ronda me gusta más. Se pela mejor, es más gruesa y la siento más nuestra”.


Paco lleva toda una vida en este oficio. “Antes de casarme ya estaba en esto”, recuerda. Hoy tiene entre ocho y diez años de historia en el Vial, aunque su actividad se reparte entre el invierno y las ferias de verano: “En las ferias vendo hamburguesas y papas. Hago todas las barriadas, pero la capital no la he podido hacer todavía”.
Para ir tirando
El negocio, dice, “da para sacar el sueldo”, aunque avisa de que no es tarea ligera: “Tiene mucho trabajo, muchas horas. Ventas grandes no se hacen, pero se va tirando”. Su jornada empieza a las cinco de la tarde y se prolonga hasta las diez; los fines de semana, un poco más. “La gente aguanta más y yo también”.
El aroma, el mejor reclamo
La Navidad es el momento fuerte. “En cuanto llegue mediado el mes se nota la alegría. La gente sale a comprar regalos y dulces y, al pasar por el puesto, siempre cae alguien”. El humo y el aroma son su mejor reclamo: “Tiene un olor muy bueno”, dice con orgullo.
Su puesto es también obra de sus manos: “Son tres bombonas partidas”, describe mientras señala el cilindro metálico. Lleva carbón, ladrillos y tierra refractaria. “Yo tengo un taller y me hago mis cosas”.


Sobre el público, no duda: “Aquí en Córdoba come castañas todo el mundo”. Y cuenta una escena repetida: “Pasa el padre y no se da cuenta, y el niño le va diciendo ‘papá, papá, mira, castañas’”. Otras veces es la madre quien se detiene: “Ay, mira, que hay castañas”, imita sonriendo.
El frio, el mejor aliado
Con el frío por fin asentado, Paco encara la campaña con buen ánimo. Eso sí, ríe cuando le desean que no pase frío: “Como no haga frío no vendo castañas”. Él aún aguanta sin calcetines gordos, aunque reconoce que hasta hace poco “estaba con manga corta”.




