El hip-hop en busca de sentido

El hip-hop es, en esencia, rebeldía, contracultura. Los raperos son, por propio espíritu, combativos, auténticos, irreverentes; libran una guerra común por la cultura, al tiempo que mantienen sus batallas personales, ya sean contra sus circunstancias, sus detractores, o contra ellos mismos.

Mi caso como rapero, imagino que el mismo de otros tantos, desemboca en una pelea contra los estándares que ciertos sectores de la escena española mantienen como filtro para juzgar si se es merecedor de agarrar un micro, de presentarse al mundo como MC. Es cierto que los propios principios del hip-hop nos instan a conocer su historia y actuar respetando el camino de los llamados pioneros, pero veo estúpido e innecesario apropiarnos la licencia de establecer los cimientos de un movimiento que ni siquiera hemos inventado nosotros. Un rapero, como decíamos al principio, es antisistema, y en este contexto tan convulso no puedo evitar la horrible sensación de estar obligado a, paradójicamente, verme encajado en uno.

Los principios del hip-hop lo dejan claro desde el primer punto: respeto, verdad, legado, autenticidad, conciencia y apoyo entre raperos, bailarines, graffiteros y DJ’s. Rapero es quien lleva su identidad por bandera en su vida y en su expresión artística, quien se preocupa por conocer el progreso de los que marcaron el movimiento, y quien apoya a las nuevas generaciones para que así procedan. Solo así, quizás, abandonemos la marginalidad y lleguemos a ser un gremio tan respetado como los demás.