25N: Un grito en el silencio

“Os dije que no era buena idea contratar a una mujer”. 25N, un día que esconde muchos silencios, silencios que acallan almas que gritarían enloquecidamente, pero que ignoran que pueden hacerlo, o que ya han declinado la palabra porque les ha ganado el miedo. Y pasa el tiempo, y suena por dentro, y atrona los oídos esa voz que, hora tras hora, recuerda que nunca es suficiente, que la culpa es tuya, que no debiste ir a esa fiesta con tus amigas, o concursar a ese proyecto que tanto soñabas. Y el estruendo enmudece el sentimiento que brota por los poros porque los labios ya no se atreven a contar, y es que, sin saberlo, o sabiéndolo infinito, hay veces que hablar mata. Mata sueños, futuros, trabajos, esperanza y hasta la propia vida. En la música los silencios son tan importantes como las notas, pero el delicado arte de saber dónde colocarlos cambia por completo la melodía. Quizás, como sociedad no hayamos sido capaces aún de encontrar los compases que permitan que todas las personas se sientan seguras para amar, vivir y trabajar con libertad e igualdad. Hemos dejado que haya silencios y vacío donde debería haber corcheas y fusas, donde las palabras cuentan lo que el alma calla. Qué pasaría si esas lágrimas ahogadas pudieran compartirse libremente, y obtener como respuesta el cariño y el refugio de quienes, sin ser nada, escuchan, acompañan y apoyan. Es esa red invisible que debemos tejer para que nos salve de ese camino a casa entre sombras, de ese grito que no sonó, de esa llamada que no se marcó y de ese día que la renuncia a la libertad fue más aguda que peor de los llantos. Y ante todo, y ante quiénes ahora sienten miedo a irse, a decir lo que piensan, a quedarse sin nada o a ser rechazadas por una decisión que necesitan tomar, sólo queda decir: ¡hazlo!, ¡sal! ¡grita!, pero vive, porque hay una vida entera esperando al otro lado del miedo a ser apagada para siempre. Tú valor sigue intacto y tu verdad y tu dignidad también.