Vázquez Morejón: "La violencia de género provoca ansiedad, depresión, abuso de sustancias y un aumento de la idea de suicido"
La violencia de género tiene un impacto directo en la salud mental de las mujeres, ya sean jóvenes o adultas, que se manifiesta en un deterioro de la autoestima, un aumento de la inseguridad y ,con frecuencia, en sentimientos de culpa e indefensión

Vázquez Morejón: "La violencia de género provoca ansiedad, depresión, abuso de sustancias, y un aumento de la idea de suicido"
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
La violencia de género ya fue definida por la ONU en 1994 como “todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada”.
Aunque en 2024 los datos apuntaban a una ligera disminución en el número de victimas (con una reducción en torno a un 5% del número de denuncias) el problema sigue siendo muy grave y exige intervenciones transversales que aborden este problema desde muy distintos ámbitos.
Básicamente pueden distinguirse los siguientes tipos de violencia de genero: violencia física, violencia sexual, violencia psicológica, violencia económica, violencia social y violencia vicaria. Cada una de estas violencias impactan de forma muy importante en la salud mental de las mujeres que la sufren, y su gravedad dependerá de la frecuencia, la intensidad y la duración de esta violencia. El tipo de relación con el agresor, más frecuentemente la propia pareja, tiene un papel muy importante es este impacto. Cuando se trata de la propia pareja, la convivencia diaria se convierte en un espacio cerrado en el que muy distinto factores (dependencia emocional, cuidado de la familia, vergüenza en hacer visible la situación, etc.) dificultan la salida de este entorno dañino.
El impacto en la salud mental se manifiesta en primer lugar en un deterioro de la autoestima y un aumento de la inseguridad y con frecuencia en sentimientos de culpa e indefensión. Este primer impacto en los procesos psicológicos acaba dando lugar, en un alto número de casos, a trastornos de ansiedad, depresión, trastornos por estrés postraumático, abuso de sustancias, trastornos disociativos y trastornos de la conducta alimentaria, así como a un aumento de la ideación suicida. Incluso en algunos estudios se ha encontrado un daño a nivel neuropsicológico, afectando a la memoria a corto plazo y a la atención.
Un ámbito de la violencia de género que precisa de un análisis aparte es el relativo a la violencia digital, ámbito por la amplitud y rapidez con que se extiende, como por el fácil anonimato en que se ampara, está originando nuevos problemas que exigen regulaciones legales para limitar su grave impacto
Junto a las estrategias transversales que son imprescindibles, habría que destacar tres aspectos que pueden considerarse clave para abordar esta violencia de género: 1) la discriminación, no siempre fácil, entre lo que son discusiones o conflicto de pareja entre iguales y lo que es la violencia de género, donde la desigualdad (económica, física, social, etc) facilita un abuso sistemático de poder y una denigración de la mujer, 2) la disponibilidad de una red social de apoyo que valide y facilite una visión autónoma y firme de los propios derechos, 3) la disponibilidad de recursos asistenciales, con profesionales con adecuación formación y recursos para detectar e intervenir de forma adecuada en estas situaciones.
La detección por parte de la mujer de los primeros indicios es un aspecto clave para la prevención, ya que el establecimiento inicial de relaciones desiguales, en cuanto a los derechos de cada uno, con frecuencia se convierte en una especie de contrato implícito de aceptación de la desigualdad, lo que es un caldo de cultivo para el desarrollo de la violencia de género




