La confianza
Firma de Julio Canto, Periodista Cordobés afincado en Berlín

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Buenas tardes José Manuel, buenas tardes a todos. Cuando Pedro Sánchez llegó a la presidencia del Gobierno en 2018, lo hizo con un alegato en defensa de la decencia política frente a un partido, entonces gobernante, manchado por la corrupción con una sentencia judicial demoledora en su contra. Una mayoría parlamentaria confió en él. Pero ya un tiempo antes, después de que su propio partido lo desterrara, él se subió a su vehículo particular con dos personas de su más absoluta confianza. Lo hizo para luchar contra el aparato de su partido que ya parecía haber decidido que la que entonces era nuestra Susana asumiera su jefatura. Pero no fue así. Casi el 50% de los militantes del PSOE confió en él. Años después la mayoría parlamentaria, y en algún momento también la popular, confiaron en él como líder del Gobierno.
Ahora estamos viendo que esa confianza que él depositó en su gente fue excesiva, que se lo estaban llevado calentito, mientras él ponía la cara en público defendiendo la igualdad social y dando entrevistas en inglés a medios internacionales; algo nunca antes visto en España. Y lo que nos preguntamos ahora es cuánto hubo de exceso de confianza y cuánto de complicidad; cuánto sabía realmente el presidente cuando sacó a Ábalos del consejo de ministros durante su segundo mandato. Sánchez se ha repuesto siempre ante la adversidad, pero esa situación parece demasiado como para que el presidente recupere la confianza en su Gobierno y en su partido.
El problema ahora está en la alternativa que, en mi opinión, no ha dado ni una sola muestra de solvencia, ni en la gestión, ni en lo ético-moral, y mira que ha tenido ocasión. Feijoo llegó a la jefatura de su partido quitando de en medio, por cierto, a quien había denunciado un posible caso de corrupción. Pero está atenazado por la rama ultra de su partido y de fuera de su partido.
Y así, la única que gana es la antipolítica: los que nos dicen que todos son iguales, que no vale la pena, que estamos vendidos. Es así como crecen los extremos, la polarización que decimos ahora. Todo porque aquellos en los que confiamos nos traicionan. Y eso es lo que más duele porque, muy adentro, sabemos también que una parte de la culpa la tenemos nosotros por eso, por confiar.




