Hoy por Hoy Matinal Morón
Opinión

Vamos a contar mentiras

La opinión de Lola Fernández

01.12.25 Lola Fernández

Morón de la Frontera

Mi padre me decía de pequeña, con el manual de padres por la enseñanza, que no se debían decir mentiras o embustes, que es la palabra que define la mentira, pero con adornos ficticios, la mentira de la mentira.

Mi padre decía que las personas se distinguen entre las verdaderas y las falsas, que a las verdaderas siempre se les veía el brillo en la cara mientras las falsas oscurecían su rostro.

Cuando yo decía alguna mentira o en mi caso, una mentirijilla y me pillaba me decía, “ven y mírame” y yo recordando sus palabras, ponía mi mejor cara con un tono rojizo de culpa y él terminaba contándome lo de “las mentiras tienen las patas muy cortas y siempre se termina sabiendo la verdad”.

Cuando caía en el error de hacerlo, miraba a mi alrededor a ver si pasaba la señora de las patitas cortas y si no la veía mi mentirijilla no quedaría descubierta.

Con el paso de los tiempos esas mentirijillas se convirtieron en mentiras piadosas, llevando implícita en el nombre el perdón.

Cuando ya vas peinando canas, esas mentiras si las acostumbras a decir, se vuelven pesadas y con un cargo emocional bastante grande, ¡si tienes conciencia!, la que les falta a muchos de nuestros políticos, estancados en mundos paralelos, “defiendo al género femenino mientras vivo de los caprichos oscuros.”

Cuando la posible corrupción invade, ante nuestros ojos, al gobierno que preside un presidente, que hace tiempo se perdió en el laberinto de las mentiras, que no lo digo yo, están las hemerotecas para demostrarlo.

Cuando en ese laberinto entran los amiguetes y la rueda va creciendo, la bola se hace más grande. Los excesos, la ambición y las mentiras, llenan el día a día de nuestras vidas y nosotros atónitos, vemos el trampantojo, la trampa ante nuestros ojos y nos quedamos impávidos, buscamos en sus caras al menos el rubor de una mentirijilla, pero no, solo vemos oscuridad y falsedad.

Igual se tatuaron esta frase de Churchill, que era un político inglés y que lo resumió con ironía: "La única estadística que importa es la que puedo manejar".

Y si nos manejan y nos dejamos a ¿quién le va a importar nuestro voto? O es qué, ¿tienen precio nuestros votos? ¿buscan nuestra tranquilidad, nuestra gobernabilidad, nuestro confort?

Este pasado viernes fue el Black Friday, un viernes negro para la política y para los políticos o vividores de ella, buscando acomodo en las habitaciones con rejas, por sus actos, sus mentiras, acumulando bienes en una enorme grieta que se ha abierto en nuestra economía, porque todo lo de la banda, lo hemos pagado nosotros, mientras van contado mentiras, usted y yo, buscamos las ofertas a 20 euros en el mismo Black Friday.