Antonio Gómez y el coraje de la solidaridad

Jerez

Este pasado fin de semana ha fallecido Antonio Gómez, fundador de la ONG Madre Coraje hace 33 años. Comenzó en un casco de bodega de Jerez con el llenado de un primer contenedor con ropa usada para enviarlo como ayuda a Lima. Tres décadas después, Madre Coraje es una entidad internacional con diez delegaciones en España y dos oficinas en Perú y Mozambique. Hoy, la entidad social se sostiene con 1.100 voluntarios, emplea a 110 personas y genera el 80% de sus recursos con reciclaje de ropa y reutilización de aceite usado. Cada año, esta ONG logra enviar hasta 25 contenedores con 400.000 kilos de ayuda a un sólo país en el que, además, financia decenas de proyectos de desarrollo sostenido para campesinos de zonas empobrecidas.

Antonio Gómez era un físico, ingeniero segoviano y extrabajador de los astilleros de la bahía de Cádiz a quien le cambió la vida una visita a Perú. En 1991 fue invitado allí por la Unesco como responsable de un centro de investigaciones siderúrgicas. En ese viaje, vio a cientos de niños rebuscando comida entre basuras y conoció que la esperanza de vida de aquellos pequeños era de sólo 12 años. Y aún peor, cada día, 200 de esos chicos de menos de cinco años morían en la calle.

Solo unos meses más tarde de aquella impresión, en una de las crisis de los astilleros gaditanos se prejubiló y decidió volcar su vida en el voluntariado. Desde entonces y hasta hoy, ha promovido la educación y la cooperación internacional para transformar sociedades. Por esa labor, en 2013 recibió de manos de la entonces Princesa de Asturias el Premio Estatal al Voluntariado en su categoría individual; y con motivo de ese premio, publicamos una entrevista con él en El País que nos permitió conocer su obra y la persona que la había impulsado.

En varias horas de conversación muy pausada, en una de esas charlas que no se olvidan, Antonio Gómez habló del egoísmo que nos adormecía como sociedad; llamó al tiempo muerto, tiempo criminal; nos recomendó aprender de los países que llamamos empobrecidos; afirmó que los que más tienen no son los que más dan achacándolo a que nunca habían sentido el sufrimiento de la falta de lo más básico; reclamó una distribución de ayuda con criterios de justicia, no de cercanía; y criticó a la derecha por “favorecer un capitalismo salvaje” y a la izquierda, por haber olvidado “los valores del ser humano”. En ese diálogo de hace 13 años, y en todos los que llegaron después, rechazó las medidas de gratuidad para las personas en exclusión defendiendo su máxima de que los empobrecidos fueran actores de su desarrollo y bienestar.

El físico e ingeniero Antonio Gómez, segoviano de nacimiento y jerezano de adopción, se ha ido a los 90 años. Le recordarán a lo largo de generaciones las miles de personas que encontraron una salida digna entre la pobreza más extrema tanto en Latinoamérica como en África por la ayuda de emergencia y la formación que Madre Coraje les procuró. Pocas veces una sola vida ha servido para tantas otras. Descanse en paz y gracias por todo lo construido y enseñado.