Cordobesian Grinch
Firma de Rafael Obrero, arquitecto e ilustrador

Firma de Rafael Obrero, arquitecto e ilustrador 4/12
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La Navidad ya está aquí, instalada desde noviembre, y vuelvo a ser el Grinch en sus transistores, al observar y protestar por cómo se pisotea el concepto de Ciudad Patrimonio en estas fechas.
Asistimos a una patente incoherencia: presumimos todo el año de nuestras cuatro inscripciones en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, para luego invadir la ciudad durante dos meses con arrabaches y jarambeles.
El dilema no reside en celebrar, sino en cómo se celebra.
Aunque respeto que comerciantes y ciudadanos disfruten del despliegue, este podría hacerse con más elegancia, mesura y respeto por el paisaje urbano.
El exceso de decoración, la ocupación masiva y la cacofonía visual y sonora no solo comprometen la estética, sino que pueden rozar el incumplimiento de la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía. Esta legislación, y las normativas municipales que la desarrollan, tienen como misión proteger precisamente el entorno monumental que atrae a millones de personas y velar por que nada perturbe o impida su adecuada observación. ¿Hasta qué punto grandes instalaciones, a menudo efímeras, se adecúan a los criterios de conservación en un entorno catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC)?
La línea se diluye en aras de la atracción comercial y el hacer caja: rebaja de impuestos a costa de más concesiones del espacio público.
Esta Navidad invasiva y ruidosa vela la esencia de Córdoba: nuestra cultura serena y tranquila, donde la belleza reside en los detalles, en la austeridad de algunos de sus rincones y la paz de sus barrios antiguos. La hiperactividad lumínica y sonora choca frontalmente con el ritmo de vida que nos distingue.
Podríamos aspirar a unas Navidades más íntimas, elegantes y cordobesas, celebradas desde la contención y el respeto a la monumentalidad que nos rodea. Recuperar ese equilibrio es esencial para que la Navidad en Córdoba honre su historia y su etiqueta de Ciudad Patrimonio en su sentido más profundo y sereno.




