El Tinto empieza a sanar 15 años después del cese de los vertidos de fosfoyesos: la contaminación radiactiva junto a las balsas cae hasta un 93%
Los niveles de uranio-238 han bajado un 66%. El radio se ha reducido casi un 93%. El estudio confirma que las balsas de fosfoyesos y el drenaje ácido de minas han dejado una huella profunda en la desembocadura del río Tinto

Alejandro Barba - identificadas fases de los vertidos de fosfoyesos
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Huelva
La zona sigue manteniendo niveles elevados de contaminación derivados de décadas de actividad industrial, según concluye un trabajo que se publicará en febrero en la revista Marine Pollution Bulletin. Con todo, los niveles de uranio presentes junto a las balsas de fosfoyesos han bajado un 66%. El radio se ha reducido casi un 93%. La investigación analiza las muestras de dos columnas de sedimentos a ambas orillas del río Tinto, para reconstruir la evolución histórica de los vertidos.
El estudio confirma que las balsas de fosfoyesos y el drenaje ácido de minas han dejado una huella profunda en la desembocadura del río Tinto. La zona más próxima a las balsas registra tres fases: una etapa de descarga abierta de los residuos al estuario con concentraciones extremas de contaminantes radioactivos y metales pesados; una fase de transición con reducción parcial de los agentes químicos tras la implantación del plan corrector de vertidos en circuito cerrado y el sistema de apilamiento; y una tercera etapa con capas de sedimentos que presentan descensos marcados posteriores a 2010, aunque aún por encima de los niveles naturales. En contraste, el núcleo de la orilla opuesta, en Palos de la Frontera, muestra una contaminación más atenuada, asociada principalmente al drenaje ácido de minas. Los autores advierten que, pese a las mejoras, persisten riesgos ecológicos y recomiendan mantener la vigilancia ambiental.
El trabajo titulado “Tendencias temporales de la contaminación en un estuario afectado por lixiviados de fosfoyeso y drenaje ácido de minas: Implicaciones en la gestión de residuos”, ha sido realizado por investigadores del Grupo de Física de Radiaciones y Medio Ambiente (FRYMA), del Departamento de Ciencias Integradas y el Centro de Recursos Naturales, Salud y Medio Ambiente (RENSMA) de la Universidad de Huelva. Alejando Barba es el autor principal y explica las conclusiones.
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Alejandro Barba - identificadas fases de los vertidos de fosfoyesos
La primera columna de sedimentos se extrajo al pie de las balsas de fosfoyesos y ofrece un registro estratigráfico muy claro de la actividad industrial, lo que permite identificar tres fases diferenciadas:
Etapa de descarga abierta al estuario del Tinto (60–30 cm de sedimentos acumulados): corresponde al periodo previo a la implantación de medidas de contención. En esta fase se detectan concentraciones extremas de fósforo (~4 %), uranio-238 (~1200 Bq·kg?¹), radio-226 (~800 Bq·kg?¹) y metales pesados como arsénico (~4700 µg·g?¹) y plomo (~3000 µg·g?¹), todos ellos muy por encima de los umbrales ecotoxicológicos. Los índices de contaminación alcanzan aquí sus valores máximos, lo que indica un riesgo ecológico muy alto.
Etapa de transición (30–10 cm de sedimentos): refleja el cambio hacia una gestión de los residuos en circuito cerrado. Aunque las concentraciones de elementos asociados a las pilas de fosfoyeso disminuyen, persisten entradas de uranio y fósforo debido a la lixiviación continua de estos materiales.
Etapa reciente (0–10 cm de sedimentos acumulados): muestra una reducción marcada tras la aplicación de medidas de contención posteriores a 2010 (cese definitivo de los vertidos de fosfoyesos ordenado por sentencia firme de la Audiencia Nacional). El uranio-238 baja a ~400 Bq·kg?¹, el radio-226 a ~57 Bq·kg?¹ y el fósforo a ~1,5 %, aunque todavía por encima de los niveles naturales.
Contaminación atenuada en la orilla opuesta
La segunda columna de sedimentos analizada se extrajo en la margen contraria del estuario, en la orilla de Palos de la Frontera, y presenta un patrón muy distinto. La influencia industrial se limita a los 20 centímetros superiores, sin evidencias de la etapa de descarga abierta. Las actividades de radionucleidos son mucho menores: radio-226 alcanza ~80 Bq·kg?¹ y plomo-210 ~90 Bq·kg?¹. El fósforo llega a un máximo de ~1,5 % en la superficie y desciende a ~0,09 % en profundidad. Los metales traza como hierro, cromo y zinc se mantienen relativamente estables, lo que apunta a una contaminación difusa asociada al drenaje ácido de minas, más que a aportes directos de fosfoyeso.
Un problema histórico con implicaciones futuras
A pesar de las mejoras en la capa superior de la zona analizada situada al pie de las balsas de fosfoyesos, los niveles actuales de uranio, radio-226 y fósforo siguen por encima del fondo natural, lo que evidencia la persistencia de la contaminación y la necesidad de mantener un seguimiento ambiental.
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Alejandro Barba - la contaminación persiste

Santiago González Sarrión
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