Entre antífrasis y oximorones
La firma de Francisco Benavent en Hoy por Hoy Jerez

Jerez de la Frontera
Entre antífrasis y oximorones
Zygmunt Bauman, filósofo polaco (antes Prusia), dejó dicho que hay muchas formas de ser feliz, pero que en la sociedad actual todas pasan por un centro comercial. Y nos estamos olvidando de otras formas de ser feliz. Lo del “amor fluido” también es un concepto suyo.
Vivimos en una constante de cambio. Cada día debe ser completamente diferente al anterior; estamos expuestos continuamente a una información ingente que cambia nuestro universo.
Nuestro valor no depende de lo que hacemos, sino de lo que consumimos. Nos blindamos al enfrentamiento contra aquellos que no piensan como nosotros y barremos bajo la alfombra los problemas que nos agobian.
Y al final dependemos del dinero para alcanzar un poco de esa satisfacción que todos ansiamos. Dice el Joker, el villano tiernamente malísimo antihéroe de Batman, que el dinero es lo único que importa.
Emmanuel Kant, también filósofo pero prusiano (hoy Rusia), dejó dicho que el pueblo tenía que ser libre para ser feliz, y que solo podía serlo por medio del conocimiento. Nació en 1724.
Unas hormonas, esos neurotransmisores que nos dan estabilidad emocional, la serotonina; las que nos dan placer y motivación, la dopamina; las que nos provocan euforia, las endorfinas y las que nos predisponen para el vínculo social y el afecto, la oxitocina son las responsables de nuestra felicidad.
La felicidad no como objetivo sino como la consecuencia de vivir bien.
Quizá, el universo de las zambombas jerezanas y la acumulación de hormonas de la felicidad, conversar y convivir para ser feliz, cantar para ser feliz, bailar para ser feliz, saltar y brincar por los aires pare ser feliz, sean el epicentro de nuestra motivación de la felicidad que buscamos como personas. O quizá nos hayamos vuelto esclavos de esa felicidad. Una felicidad infeliz por obligación.




