Demasiado tarde, demasiadas veces

Sevilla

Les voy a contar algo que pasó cuando yo empezaba en esto del periodismo. Un jefe de la redacción me dijo: anda, tráeme las copias de la impresora que te quiero mirar el culo. Eran los años 90, y todos a nuestro alrededor se rieron. Tal vez me reí hasta yo.

Décadas después, el tema de todas las portadas son los casos de acoso sexual en el PSOE, que el partido ha gestionado de manera absolutamente nefasta, con inacción y silencio. Así que algo ha cambiado sí, pero no todo.

Si pensamos que esto va solo de partidos y de pimpampún político, no estamos entendiendo el problema.

En España, una de cada tres mujeres ha sufrido acoso sexual alguna vez en su vida. Y si nos vamos al entorno laboral, la última macroencuesta habla de casi un millón y medio de trabajadoras que se han sentido acosadas por sus jefes o compañeros.

Esto no va de unos pocos escándalos, sino de una epidemia que durante décadas ha sido tolerada o normalizada, y que hoy, aunque menos aceptada, sigue silenciándose sobre todo en el trabajo. Desde chistes, comentarios inapropiados o contacto físico no deseado, hasta pedir favores sexuales en entornos donde denunciar tiene un precio.

Hoy todas las empresas están obligadas a tener protocolos contra el acoso sexual. Así que cuando una compañía de cierto tamaño presume de no tener ninguna denuncia, no es una buena noticia. Al contrario, es una señal de alarma.

Han pasado 20 años del caso Nevenka, y es verdad que la sociedad ha cambiado. Pero demasiadas mujeres siguen sin sentirse protegidas y no se atreven a dar el paso. Y demasiadas empresas siguen sin hacer nada. Mientras el acoso siga siendo masivo y la denuncia excepcional, seguiremos llegando —como los partidos— demasiado tarde.