Uno de los nuestros

Sevilla

En Radio Sevilla nos hemos quedado sin uno de los nuestros: Nacho Ansó (53 años) nos dejó en un fatal accidente de tráfico el pasado martes como consecuencia de una gravísima crisis cardíaca cuando conducía su motocicleta con la que habitualmente era visto haciendo sus desplazamientos por toda la ciudad. El gran corazón que le caracterizaba, derrochando entrega hacia los demás, le fallaba en el peor momento posible desencadenando el desgraciado siniestro que acabó con su vida.

Pero ahí no terminaba una parte de esta historia sucedida a medio camino de su hogar, entre Triana y Sevilla. Esto es, en medio de todo, configurando una metáfora que explica a la perfección su vida misma, un ejemplo de saber estar con todos, disfrutando de la amistad y el afecto de unos y otros, siempre con una intachable honestidad, con un genuino positivismo a prueba de cualquier adversidad que se le presentara y con una permanente y cautivadora sonrisa.

De una indudable profesionalidad, era de admirar su identificación plena con el Grupo NH Hoteles, la empresa en la que desarrolló prácticamente toda su carrera impulsada, desde luego, por la trayectoria e imagen de su padre, Ángel Mari, su verdadero maestro en eso de capitanear un hotel, tal y como le enseñara en sus inicios en su Pamplona natal. En su ámbito laboral ha dejado una profunda huella entre los compañeros y clientes. Tanto era así, que Nacho se había convertido en una característica seña de identidad de su compañía y, también, por supuesto, de Sevilla misma.

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Y aquí entra la radio y los que la hacen posible día a día. Gozaba del cariño y la amistad de toda la clase periodística, sin excepción alguna, algo verdaderamente insólito hoy en día. En el caso de Radio Sevilla, lo sentíamos como un integrante más del equipo y, en especial, de la sección de Deportes. Desde su admirado José Antonio Sánchez Araújo, pasando por Santi Ortega, Manolo Aguilar, Florencio Ordóñez y Fran Ronquillo, cuyas grabaciones de sus celebradas imitaciones le volvían loco y difundía, entusiasmado, entre su gente. Con ellos y junto a Víctor Fernández y José Manuel Oliva, de COPE. Con ellos se sumaba, año tras año, a esa liturgia en la que se ha convertido para tan ilustre grupo la visita a la Basílica de la Macarena, Casa Ricardo, Capote en El Viso, y tantos otros sitios del tan particular universo de estos queridos compañeros.

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Lo último, tan solo unos días antes del percance, cuando compartió la copa de Navidad con toda la plantilla de la radio, sí, como uno más de la familia. Pero esta vez, lo hacía con un brillo especial en sus ojos. Vivía ese momento, con plena felicidad al comprobar como su hijo mayor, Nacho, progresaba como becario en nuestra redacción, apuntando ya más que maneras de lo que será en un futuro muy inmediato: un excelente periodista. Con esta satisfacción cumplida de comprobar el acierto de su hijo en la apuesta que había hecho por el periodismo, se nos fue alguien que siempre estuvo muy cerca de los que ejercemos una profesión no siempre muy bien vista por muchos. Con esa certeza nos quedamos. Y con la profunda convicción de que fuimos unos afortunados al gozar de su amistad y su cariño.

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Nos deja un gran recuerdo este inquieto pamplonica convencidos de que fue, como dice el himno de su Andalucía de adopción, hombre de luz. Una luz que siempre brillará para llevarnos por los caminos del compañerismo, del afecto y del optimismo. Sí, se ha ido uno de los nuestros. Pero Nacho Ansó nos brinda su legado impagable y su generosidad infinita.

Hasta siempre, querido amigo.

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