Esas caras
El Paso Cambiado de Julián Granado
Morón de la Frontera
Miro sus caras en la pantalla mientras lucho contra la indigestión de sobremesa que me producen. Las veo y las oigo retorcer los burdos argumentos para esgrimir lo imposible contra este vapuleado gobierno de lo posible. Esas caras que no apean el rictus despiadado. Mientras justifican el genocidio de Gaza, que no las hace ni siquiera pestañear. Aunque eso sí, se conmueven ante el horrendo acto terrorista que desencadenó tan desproporcionada respuesta. Esas caras de cínica neutralidad, hábiles para ponerse de perfil cuando lo único que en conciencia se puede y se debe hacer es condenar de frente. Esas caras indulgentes para con la flagrante injusticia, cuando aflige a los desfavorecidos. En cambio, diligentes para crucificar, esas mismas caras, el error humano, el fallo legal o el defecto de forma que ha perjudicado a tal o cual personalidad de las altas esferas.
En el transcurrir de la historia, no nos engañemos, solo hay dos papeles estelares: el de tonto apaleado y el de malo. Este último es el que interpretan esas caras malencaradas y biliosas, especialistas en infligir sufrimiento, quién por fría indiferencia, quién por beneficiarse, quién por puro sadismo. Esas caras siempre dispuestas a disparar, a mandar, a rubricar, a exigir el estricto cumplimiento de lo abusivo. Esas caras absolutamente prescindibles en un mundo mejor, por imprescindibles que se consideren a sí mismas. Esas caras con pasaporte para perpetuarse en la historia, inmóviles como estatuas. Las encuentro retratadas por Galdós, mientras le lamían el culo a Fernando VII. Las encuentro un siglo después vestiditas de azul, y luego congregadas en la Plaza de Oriente al grito de ¡Franco, Franco!. Y luego azuzando a la policía de la Transición contra esos estudiantes, esos sindicalistas, esos rojos de mierda que se reproducen como setas. Esas caras… ¿No las reconoce usted? Pues hágaselo mirar, porque son las invariables caras de la derecha española, aprovechando hasta el último resquicio de la democracia para cargársela.
