De héroe en plena DANA a dormir bajo un puente en Málaga: ''Nadie me ayuda''

Málaga

Durante las horas más críticas de la DANA que azotó Málaga en 2024, cuando el agua arrastraba coches y el miedo paralizaba a vecinos enteros, un joven se lanzó a la corriente sin pensar en el riesgo. Mansour Konte rescató a una mujer atrapada en plena calle y su gesto fue grabado, compartido y aplaudido miles de veces en redes sociales. En cuestión de horas, su rostro se convirtió en el símbolo de la solidaridad frente a la catástrofe.

Mansour tenía entonces 19 años. Había llegado a España tres años antes desde Guinea Conakry tras sobrevivir a la conocida como ruta canaria, una de las más peligrosas para quienes buscan refugio en Europa. Solicitante de asilo, sin una red familiar ni estabilidad laboral, su acción durante la emergencia le valió una mención de honor del Ayuntamiento de Málaga. Meses después, la ciudad volvió a reconocerle públicamente al nombrarlo Rey Baltasar en la Cabalgata de Reyes de enero de 2025. Para muchos, era la prueba de que el esfuerzo y la bondad podían abrir puertas. Sin embargo, la historia no tuvo un final feliz. Así lo ha contado el propio afectado en La Opinión de Málaga este miércoles.

Un futuro prometido que nunca existió

Tras la oleada de reconocimiento llegaron las ofertas de trabajo. Mansour aceptó una y decidió trasladarse a Madrid convencido de que empezaba una nueva etapa. “Me prometieron casa, contrato y una nómina digna”, explica. La realidad fue muy distinta. Según denuncia, cobraba apenas 120 euros al mes por trabajos de instalación de paneles solares, cuando lo acordado era un salario de 1.500 euros. El alojamiento tampoco apareció. “Dormía en la calle, sin saber a quién recurrir”, relata.

Tras varios meses de precariedad extrema y sin respaldo institucional, decidió regresar a Málaga con la esperanza de reencontrar apoyo. Tampoco allí lo esperaba una solución.

Vivir bajo un puente

Desde hace diez meses, Mansour duerme bajo el Puente del Carmen, conocido popularmente como Muelle Heredia. “Cuando llueve, se moja todo. En invierno hace frío y por la noche cuesta dormir”, cuenta. El mismo joven que fue homenajeado en actos oficiales y paseado en carroza ahora intenta proteger sus pocas pertenencias del agua y del viento.

Su supervivencia diaria depende en gran parte de la solidaridad vecinal. Leticia, una malagueña, le ayuda con comida, le permite ducharse y le encarga pequeños trabajos para que pueda ganar algo de dinero. No es suficiente. “Necesito ayuda para poder salir de aquí”, insiste Mansour.

El espejo incómodo del reconocimiento

El caso de Mansour Konte vuelve a poner sobre la mesa una pregunta incómoda: ¿qué ocurre cuando el foco mediático se apaga? Su historia evidencia la fragilidad de muchos migrantes incluso después de ser celebrados como héroes. Del aplauso viral al silencio institucional, su vida es hoy un recordatorio de que el reconocimiento simbólico no garantiza derechos básicos.

Mansour no pide homenajes ni titulares. Pide trabajo real, un techo y la oportunidad de empezar de verdad. La misma ciudad que un día lo aplaudió observa ahora cómo su héroe duerme bajo un puente.