Pedaleando por Croacia, Montenegro y Bosnia-Herzegovina
Churchill dijo una vez: “La región de los Balcanes produce más historia de la que puede consumir”
Roberto Castán, José Ramón Pistillo, Germán Navales, Joaquín Gracia, José Luis Zabala y Vicente Puyal recorrieron los Balcanes en bicicleta
Huesca
Con nuestro viaje y la visita a ciudades como Dubrovnik, Trebinje, Stolac o Mostar, hemos comprobado la veracidad de esa frase.
Los Balcanes son una amalgama de gentes, historia, cultura y paisajes, de extraordinaria belleza.
Intuyendo todo esto, el grupo de viajeros -formado por Roberto Castán, Jose Ramón Pistillo, Germán Navales, Joaquín Gracia, Jose Luis Zabala y Vicente Puyal-, apostamos este año por recorrer en bicicleta determinadas zonas de Croacia, Montenegro y Bosnia-Herzegovina, territorios procedentes de la fragmentación yugoslava hace ya más de 30 años.
El recorrido, circular y de casi 600 kilómetros, partía y finalizaba en la urbe croata de Ragusa (Dubrovnik), ciudad muy castigada en las guerras balcánicas, en las que sufrió importantes bombardeos y un asedio de varios meses por parte del ejército yugoslavo, hasta que finalmente quedó liberada en mayo de 1992.
Poco de todo aquello es visible ya. La ayuda de la comunidad internacional ha tapado las huellas del desastre. La ciudad ha recuperado todo su esplendor, constituyéndose en una auténtica joya. Su “old town” es Patrimonio de la Humanidad, los turistas, llegados de todo el mundo, principalmente por barco y avión, inundan sus calles, monumentos, templos y museos, atraídos muchos de ellos por la visita a los lugares donde se rodó la archiconocida “Juego de Tronos”.
Toda esta masificación provoca que los precios sean elevados, lo cual resulta especialmente engorroso para viajeros como nosotros, que buscamos economizar al máximo nuestra semana de vacaciones, obligándonos a buscar la primera noche un alojamiento algo apartado de la ciudad, frente al puerto o “luka”.
En nuestro primer día de bicicleta, partimos hacia el sur siguiendo la línea costera para llegar hasta la impresionante bahía de Kotor, que más se asemeja a un fiordo noruego que a lo que realmente es: una enorme y kilométrica ría dentro de la República de Montenegro.
Este país tiene la singularidad de no pertenecer a la Unión Europea, pero sin embargo ha adoptado el euro como moneda de manera unilateral, al igual que las matrículas de sus vehículos intentan replicar el modelo europeo.
Kotor es una localidad costera fortificada, al pie de unos majestuosos acantilados y rodeada de una muralla dispuesta de manera casi imposible a su alrededor. El recorrido es obligado, aunque nosotros aprovechamos la retirada de los turistas de un crucero para hacerlo con la debida tranquilidad.
Al día siguiente partimos por el lado de la bahía opuesto al que habíamos llegado, y nos disponemos a afrontar uno de los puertos de montaña del viaje, en las estribaciones de los Alpes Dináricos.
Abandonamos la costa y entramos en la República Srpska, con entidad territorial y política propia dentro de Bosnia y Herzegovina. En concreto nos dirigimos a Trebinje, atravesando zonas de bajísima densidad de población y sin apenas localidades de paso. Allí llegamos con la noche casi acechándonos. Hay que tener en cuenta que, aunque la hora sea la misma que en España, allí oscurece bastante antes, por lo que había que intentar llegar a destino todos los días antes de las 18:30.
El tercer día de pedaleo nos sigue llevando por un territorio bastante inhóspito hasta Stolac, con una imponente fortaleza y con iglesias y mezquitas que parecen competir en sonoridad, unas con su estruendoso repique de campanas y las otras con la llamada a la oración del almuecín. Es aquí donde realmente empezamos a ver de primera mano los vestigios de la guerra en los edificios, que permanecen como huellas imborrables en forma de marcas de disparos y obuses.
El día siguiente lo habíamos marcado con especial atención. Llegamos a Mostar, la ciudad con más población de las que vamos a recorrer. Pero antes, en nuestro programa había una parada obligatoria para conocer ¿quizás el pueblo más bonito de Bosnia?: Pocitelj. Aquí estuvieron los turcos durante más de 400 años y dejaron bellezas como la mezquita Hadzi Alija, duramente golpeada en la guerra, o los baños públicos (“hamam”). Por todo ello está incluida en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Dejamos Pocitelj y la ruta ya es fácil. Simplemente debemos seguir al lado del río Neretva y en unos 30 kilómetros llegamos a Mostar. En esta ciudad no podemos dejar de visitar su “Stari Most” (Puente Viejo) sobre el río Neretva. El gran símbolo de la ciudad, que fuera totalmente destruido en la guerra de Bosnia por las fuerzas croatas y reconstruido con ayuda internacional. Este puente representa la unión entre culturas y religiones, y por tanto, es un símbolo de paz y convivencia. En Mostar visitamos también su ciudad vieja, a ambos lados del citado puente, y nos acercamos hasta la plaza de España, la cual es un reconocimiento de la ciudad a la ayuda recibida por las Fuerzas Armadas españolas durante y posteriormente a la guerra de Bosnia.
Dejamos Mostar para retomar dirección hacia la costa Dálmata. Este día nos acercamos al Santuario de Medjugorje, todavía dentro de Bosnia, uno de los lugares con mayor peregrinación católica de toda Europa, desde que en 1981 unos niños afirmaran la aparición de la Virgen María.
Otra de las sorpresas del viaje la encontramos en el sexto día de bicicleta. En esta jornada volvemos a Croacia para pasar por el precioso pueblecito de Ston, y coger un ferry que nos acercará a recorrer la isla de Mljet, con un paradisiaco parque nacional en uno de sus extremos.
A esta altura del viaje, ya nos hemos dado cuenta de que la gastronomía en los Balcanes está a un altísimo nivel, con platos tanto de carne como de pescado (excepcional la trucha que degustamos en alguna de nuestras cenas) y siempre acompañados de sabrosa verdura y patatas cocidas. Y como no, disfrutamos también de la buena cerveza local y del “rakia”, bebida muy popular en la zona.
El último día sirve para volver a la Croacia peninsular y emprender por la costa dirección a Dubrovnik, dando por finalizado nuestro viaje. El retorno a casa siempre sirve para ir ideando los posibles destinos del próximo año.




