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Guardianes contra la voracidad de la despoblación: "Cuando mi marido y yo nos vayamos desaparecerá el pueblo"

En Aragón 210 municipios tienen menos de 100 habitantes. En pueblos como Balconchán (Zaragoza), Collado de las Grullas (Teruel) o Alastuey (Huesca), sus últimos habitantes se resisten abandonar la tierra que les vio nacer.

Carmina Sebastián, en su casa de Balconchán, luce la banda de San Pascual, símbolo de honor de su pueblo / Carmina Sebastián

Zaragoza / Teruel / Jaca

En Aragón, 210 municipios tienen menos de 100 habitantes. Son casi el doble de los que había hace 20 años, y eso que las cifras no reflejan la realidad de muchos de ellos que ya han perdido su condición de municipios para convertirse en pedanías, lo que los deja fuera de los registros del INE para sumar sus pocos vecinos a los pueblos de los que han pasado a depender en materia de gestión. La realidad es que aún se encuentran algunos casos que evocan a aquel Ainielle del Pirineo Aragonés de cuyo último habitante le dedicada Julio Llamazares su 'Lluvia amarilla'

Carmina y Miguel, los últimos de Balconchán

En la provincia de Zaragoza se concentran 86 de estos pueblos con menos de 100 habitantes. Es la realidad de pueblos como Balconchán, en el que viven de forma continua tan solo dos personas, el matrimonio formado por Carmina y Miguel, "el día en el que nosotros nos vayamos se quedará esto desierto", augura Carmina, como así ha pasado en el pueblo turolense de La Estrella tras la reciente marcha de Martín y Sinforosa.

Para los últimos de Balconchán este es su pueblo, lo es ahora y lo fue siempre. "Nací, comulgué, me casé y ahora vivo sola aquí con mi marido" explica con orgullo Carmina, porque aunque hay más empadronados "vienen de vez en cuando, los fines de semana y sobre todo para el verano". Viven en el pueblo por convicción y porque consideran que este es su lugar en el mundo, "vivo la mar de bien: la casa, el huertecico, las gallinas, los conejos y para de contar".

El matrimonio formó parte de las oleadas de emigrantes que se fueron el pueblo a Zaragoza en la segunda mitad del siglo pasado. Pero ellos decidieron regresar a su origen, "tuvimos la oportunidad de volver, teníamos arboles y huerto y nos vinimos aquí para estar tranquilos ya". Miguel trabaja además de alguacil, lo que refuerza su condición de guardián del pueblo.

Echan de menos el contacto más estrecho con sus hijos y sus nietos, pero nos recuerda Carmina que vivir en un pueblo no significa estar desconectado del mundo, "mira, el WhatsApp me viene muy bien porque así cotilleo con mi familia", mientras siguen manteniendo vivo el latido de Balconchán.

Construcción típica de la comarca de Albarracín donde se ubica Collado de las Grulla

Construcción típica de la comarca de Albarracín donde se ubica Collado de las Grulla / Cadena SER

Collado de la Grulla, sinónimo de plenitud

La provincia de Teruel concluyó 2022 con cerca de 40 municipios con menos de 50 habitantes. En la geografía provincial no faltan pedanías solitarias como el Collado de la Grulla, en Albarracín, donde sólo varias familias mantienen, eso sí el cultivo de los campos de cereal.

Si Julio Llamazares quisiera escribir la segunda parte de La lluvia amarilla, aquí tendría donde elegir. El mapa turolense lo componen 236 municipios. De ellos 38 tienen menos de 50 habitantes. Pero no hay que engañarse, esas son cifras del padrón oficial y, otra cosa es los que residen todo el año en esas localidades. Sirva como ejemplo El Vallecillo. Ahí el INE dice que viven 41 vecinos, cuando la realidad es que la cifra de residentes no supera la quincena.

David Barrera tiene 30 años y vive en ese pueblo de la Sierra de Albarracín, pero su patrimonio personal y sentimental está en el Collado de la Grulla, una pedanía de Albarracín, en la que no vive ni un solo vecino. Para David, el Collado, es sinónimo de plenitud, "a mi me gusta trabajar mis tierras, siempre he hecho esta labor desde que era pequeño".

Tranquilidad, soledad sólo rotas por los animales que viven allí a sus anchas, "es un entorno precioso, que transmite tranquilidad, como una desconexión". A David le duele el olvido que sufren comunicaciones y accesos. Y los silencios quebrados por las voces de los que vuelven en verano.

Alastuey se mantiene gracias a la presencia constante de sus últimos 8 vecinos

Alastuey se mantiene gracias a la presencia constante de sus últimos 8 vecinos / Ayuntamiento de Bailo

Alastuey, el pueblo de los 8 vecinos

Huesca es la provincia aragonesa en la que se concentran más pueblos con menos de 100 habitantes, casi un centenar. En la comarca de la Jacetania encontramos Alastuey, con 8 vecinos habituales cuyas calles cambian de imagen con la llegada de los segundos vecinos los fines de semana. Su alcalde pedáneo reconoce que no los esfuerzos para reflotar el pueblo no siempre dan resultados "cuando voy a pedir me dicen que con la gente que vivimos aquí no pueden echar más dinero, la plaza la tenemos echa polvo".

Reivindica que su pueblo, ubicado a las faldas de San Juan de la Peña, tiene razones para ser elegido, "aquí siempre ha sido muy tranquilo, en 20 minutos estamos en Jaca, alguna casa que estaba abandonada se ha comprado por parte de una pareja de Zaragoza que quieren venir aquí de fijo". Es la batalla de los habitantes de estos pueblos, han nacido allí; tienen su trabajo; cuidan de sus montes, han vivido allí y quieren seguir haciéndolo.