Tarazona, tierra de acogida y paso para más de 350 inmigrantes y refugiados en los últimos dos años
Por el Seminario de Tarazona, convertido en Centro Oficial de Acogida del Ministerio de Interior, han pasado refugiados de varias nacionalidades, sobre todo ucranianos. Actualmente acoge a 50 senegaleses llegados en patera a las costas de Canarias
Zaragoza
Es complicado para alguien que no habla nuestro idioma pronunciar Tarazona. Pero es de las primeras palabras que han aprendido en español más de 350 inmigrantes que, por uno u otro motivo, han llegado a esta ciudad aragonesa vigilada por el Moncayo en los dos últimos años.
Las primeras caravanas que partieron de la ciudad a los campos de refugiados de Varsovia en marzo de 2022 con el objetivo de ser una puerta de esperanza para los huían de la guerra abrieron una espita que hoy ha convertido a la ciudad en una amalgama de nacionalidades e historias que hablan de conflictos, huidas, viajes en patera, familias rotas, sueños y esperanzas. Gestionado por la ONG Accem, el viejo Seminario de Tarazona, con un centenar de habitaciones sin apenas uso en las últimas décadas, se ha convertido en hogar provisional y parada en el camino para todos ellos.
Torre de Babel
Desde Accem no solo se gestionan sus trámites más inmediatos, también se organizan clases en español en sus nuevas instalaciones ubicadas en el centro de la ciudad "les enseñamos la lengua para que puedan integrarse mejor en el sitio que viven, si no saben español difícilmente pueden encontrar un trabajo", explica su profesora, Estrella. También se les enseñan nuestras costumbres "para que sea más fácil para ellos".
La clase a la asistimos es una pequeña Torre de Babel, "culturas y lenguas muy diferentes". Ni siquiera entre ellos pueden entenderse "hablan desde ucraniano, ruso a bambara o wolof". Confluyen aquí historias muy variadas y muy duras, "pero detrás de mucha gente de Tarazona también hay historias muy duras, pregunta a la gente mayor, que también pasó lo suyo".
En busca de un trabajo
Las causas por las que uno se ve obligado a salir de su país son muy diversas. Las hay económicas, en busca de una vida mejor. Francisco y Johana acaban de conseguir su permiso de trabajo. Son colombianos y mantienen la esperanza de poder, "somos inmigrantes y hoy hemos conseguido el permiso. Tenemos una profesión del país del que venimos, yo soy administrativo, pero por ahora lo primero que nos puedan dar sería bueno", explica Francisco. Johana era supervisora de obras civiles en su país pero ahora "es difícil homologar esa carrera, así que en el puesto que salga me desempeñaré para hacerlo lo mejor posible".
Nancy también emigró buscando un futuro con mayor esperanza. Pelea por encontrar un trabajo como limpiadora, es lo que hacía en Honduras y lo que pretende hacer ahora en España. "La verdad es que necesito un empleo, en mi país trabajé mucho en limpieza y ahora estoy deseando encontrar ese trabajo aquí en España". Los tres llegaron a Tarazona de la mano de Accem "no sabíamos nada de Tarazona hasta ese momento"
El espejismo de un país en guerra
Otros emigran porque no tienen otra solución. Más de seis millones de personas ha salido en los dos últimos años de Ucrania huyendo de la guerra. La mayor parte mujeres y niños. Tarazona ha sido lugar de paso para muchos de ellos, como Olesia y Silva, quienes nos reciben agasajándonos con un plato típico de su país, "he preparado un plato de mi país que se llama Golubtsi" comienza a narrar para, a continuación, desarrollar la receta.
Gastronomía para estar más cerca de una tierra en la que viven en constante peligro los suyos, los que se quedaron. Aquí intentan aprender español, encontrar trabajo y recuperar la vida que les arrancaron en Ucrania. Olesia dejó hace tiempo el Seminario de Tarazona y vive en su piso con sus hijas, "es un poco difícil para nosotros adaptarnos, otra lengua, otras tradiciones, otro país, es un poco diferente al mío". - ¿Quieres volver? -, le preguntamos, y medita bien su respuesta, "después, cuando termine la guerra quizás, pero no ahora", sentencia.