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“¡Salten, salten!”, el grito desesperado del piloto del Hércules siniestrado en Borja hace 40 años

El 28 de febrero de 1984, 18 militares perdieron la vida en el impacto de un Hércules norteamericano contra la Muela Baja de Borja.

Accidente aéreo en Borja en 1984 / Bureau of Aircraft Accidents Archives

Zaragoza

La tarde del 28 de febrero de 1984 apareció poco apacible en Borja. Hacía frío, había nevado y la niebla prácticamente no dejaba ver más allá de unos metros. Poco después de las siete de la tarde, la panza de un enorme Hércules sobrevoló a baja altitud el cielo de la ciudad alertando a los vecinos. Pocos segundos después, se escuchó un gran impacto, “como una bomba”, en el rocoso conocido como la Muela Baja, camino de El Buste.

“El impacto fue tan brutal que prácticamente dejó destrozado el avión. Hasta hace poco tiempo se ha podido ver sobre el terreno el ‘rasponazo’ que dejó al caer”, explica Manuel Gracia, presidente del Centro de Estudios Borjanos, donde se encuentra toda la documentación relacionada con el siniestro.

Niebla, nieve y frío

En la hemeroteca se puede comprobar que el avión procedía de la base americana de Frankfort y había viajado hasta la de Zaragoza para hacer una práctica de paracaidismo en el polígono de Ablitas (Navarra).

“Lo cierto es que las condiciones eran muy malas, de los cuatro aparatos- todos ellos Hércules- que estaba previsto que despegaran aquella tarde de Zaragoza, solo lo hizo éste”.

En el accidente fallecieron los 11 paracaidistas americanos, los seis miembros de la tripulación y un capitán español que había sido invitado a presenciar el ejercicio militar. Se encontraban a apenas dos minutos del punto en el que deberían saltar en paracaídas y los militares ya estaban sujetos a la silga y con la puerta lateral del aparato abierta.

La Ventana de Aragón (28/02/2024)

20:00

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¡Out, out!

Pero entonces, el piloto divisó entre la niebla la montaña que se les venía encima. Sus últimas palabras fueron un grito desesperado: "¡Out, out!". Fue de lo poco que trascendió sobre el accidente, “¡Salten, salten!, gritó el piloto”, explica Gracia. “En ese momento yo creo que vacilaron porque no era la zona. Pero, aunque hubiesen saltado a tan poca altura era poco probable que pudieran sobrevivir”. El caso es que “encontraron los cadáveres con el paracaídas todavía enganchado a la silga”, añade Gracia.

El avión no fue encontrado hasta el día siguiente. Vecinos de Borja participaron en las labores de rescate y algunos de ellos tuvieron que ser atendidos por hipotermia.

El Ejército Americano se llevó la caja negra fuera de España y fue muy opaco con la información sobre el siniestro, dando paso a todo tipo de especulaciones que se mantienen hasta hoy en día. La historia del Hércules siniestrado forma parte del rosario de accidentes de aviones militares que se produjeron en las inmediaciones del Moncayo en las últimas décadas del siglo pasado.

 
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