Algo huele mal: nuevos vertidos al embalse del Val, procedentes de Soria, lo convierten en el 'Mar Menor de Aragón'
Los ataques medioambientales a territorio aragonés se repiten desde hace ocho años sin que ni Castilla ni Aragón tomen medidas inmediatas para evitarlo
Suma y sigue. Ecologistas en Acción y el Ayuntamiento de Tarazona (Zaragoza) denuncian nuevos vertidos al río y el embalse del Val procedentes de la provincia de Soria. Los pueblos del Moncayo piden más control a la Confederación Hidrográfica del Ebro mientras el Gobierno de Aragón apenas ha levantado la voz tras ocho años de contaminación constante al territorio.
Un ataque medioambiental con episodios continuos. "Parece que sobre las aguas del Moncayo ha caído una maldición", ironizan desde Ecologistas en Acción. Los últimos vertidos de color lechoso, similares a los anteriores, se detectaron hace unos días en la provincia vecina con espumas y un olor pestilente que se prolonga a lo largo del cauce. Es especialmente visible en la llamada 'Cascada del Pozo de las Truchas', junto a una ruta senderista en territorio soriano que los paseantes deben hacer con la nariz tapada.
Una cuenca, dos comunidades
Desde allí, el río continúa su curso para adentrarse en Aragón y desembocar en el Embalse del Val, el primero que se construyó con el Pacto del Agua. No nació con suerte, la falta de entendimiento entre comunidades provocó que se no llegaran a desarrollar las canalizaciones para los usos previstos. El 'botijo sin pitorro' como se le bautizó en sus inicios, ha pasado a denominarse ahora 'El Mar Menor de Aragón' debido a su estado de eutrofización.
El Ayuntamiento de Tarazona, alineado con los otros 15 municipios de la comarca, pide mayor vigilancia a la CHE y analiza las aguas del Val. Eso sí, sin cruzar los límites territoriales. "Ya han estado nuestros agentes forestales allí, hemos ordenado la toma de muestras, pero dentro de nuestro término municipal, no podemos hacerlo fuera, aunque la contaminación se ha detectado en la comunidad de Castilla y León", afirma Tono Jaray, alcalde de Tarazona.
De ‘botijo sin pitorro’ a ‘Mar Menor de Aragón’
Los vertidos al Val se vienen repitiendo desde hace ocho años. Tras ellos, hay sanciones a empresas del polígono de Ólvega (Soria) y a la depuradora del Moncayo soriano, señalada constantemente como el origen de la contaminación al verse sobrepasada por los vertidos industriales que recibe. La Junta de Castilla y León ampliará la instalación, ya ha publicado la licitación por 3,7 millones de euros, pero con suerte estará operativa en dos años y medio.
Mientras, uno tras otro, se repiten los ataques medioambientales a territorio aragonés sin que el Gobierno de Aragón levante la voz para evitarlo. "tanto los organismos de Cuenca, de ambos lados, como las comunidades autónomas no parecen considerarlo una cosa importante", afirma Jesús Samperiz, de Ecologistas en Acción.
Apuntan hacia el polígono de Ólvega como el principal causante de la contaminación, especialmente hacia empresas que anteriormente ya han sido señaladas o condenadas por vertidos como Distiller o Saiona. "En Aragón, tampoco parece que haya voces que se levanten por encima de los intereses empresariales", añaden los ecologistas.
Castilla y León no instalará medidores
Tampoco parece importar el asunto en la comunidad vecina. Este mismo martes, las Cortes castellanoleonesas votaron rechazaron, con los votos en contra del PP y Vox, instalar medidores de contaminación a la entrada y la salida de la depuradora del Moncayo soriano. Paradójicamente, una semana antes, la misma moción había salido adelante en el Ayuntamiento de Ólvega con los votos a favor del Partido Popular.
La Proposición no de Ley, presentada por Podemos, pedía también la descontaminación del Embalse del Val. "Las aguas están, literalmente, llenas de mierda, huelen fatal. Y eso no solo perjudica al medioambiente, también a la salud", exponía en sede parlamentaria el portavoz del grupo morado, Pablo Fernández.
Vox y PP argumentan que ya han cumplido con la licitación de la ampliación de la EDAR y no aseguran que las obras estarán terminadas en 18 meses. Mientras, solamente la providencia, y la conciencia del que contamina, pueden evitar que se sigan contaminando las aguas del Moncayo.