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Fátima y Lamine, los rostros del refugio en Aragón

La Fundación CEPAIM celebró esta semana su 30 aniversario. Es una de las entidades que desarrollan programas de atención a los refugiados en Aragón. Fátima y Lamine quisieron contar su historia de vida, desde Siria y Guinea hasta Zaragoza

Fátima y Lamine, los "rostros del refugio" en Aragón - Hora 14 Fin de Semana Aragón (12/05/2024)

Zaragoza

"Soy Fátima y soy de Siria, vivo en España desde hace dos años y cinco meses con mis tres hijos y mi marido". "Soy Lamine, procedente de la República de Guinea y salí de mi país por problemas políticos que tuve con el entonces presidente, con su proyecto de golpe de Estado constitucional, que consistió en cambiar la Constitución para mantenerse en el poder".

Fátima y Lamine viven con el estatus de refugiados en Aragón y prefieren que su cara no se conozca. Dos historias de supervivencia; ella, huyendo de la guerra de Siria, en el año 2012; "mi primer marido murió y tenía una hija de dos años".

Él, huyendo de la persecución política en Guinea. Escuchando sus palabras y sus silencios, es difícil no sentir un escalofrío en la espalda. En el caso de Lamine todo empezó en una charla en su barrio y una amenaza, que se convirtió en realidad y en pesadilla. Es "mejor la muerte", decía. "Del infierno del secuestro pasé a las manos de una banda de trata de seres humanos; lo pasé fatal, muy duro, casi vi la muerte de cerca".

Esta semana conocimos su lucha por sobrevivir, en la jornada que organizó la Fundación CEPAIM, en el Centro Joaquín Roncal de Zaragoza, con motivo del 30 aniversario de esta entidad que, entre otras muchas tareas, gestiona la acogida de refugiados en Aragón. Son "los rostros del refugio", como se denominó esta jornada, frente a los discursos de odio.

Jornada "Los rostros del refugio" en Zaragoza, con motivo del 30 aniversario de CEPAIM

Jornada "Los rostros del refugio" en Zaragoza, con motivo del 30 aniversario de CEPAIM / CEPAIM

Su coordinadora en Aragón, Pilar Bernadó, remarca que "no podemos hablar de lo que no conocemos, no podemos demonizar a nadie por pertenecer a un colectivo, cuando escuchemos algo, por favor, no repetirlo sin más, vamos a reflexionar sobre qué sabemos, qué conocemos de quien vive a nuestro lado, cuál es su historia y sus circunstancias". Es una "labor de sensibilización y de comunicación que tenemos que hacer entre todos y todas, la ciudadanía, los medios de comunicación y las entidades".

Porque, como decía José Saramago, todos somos emigrantes, o lo han sido nuestros antepasados o lo será nuestros descendientes. Migrar implica lanzarse a la incertidumbre por caminos sin trazar.

Relata Fátima que "tenía dos hermanos y se los llevaron a la cárcel sin que hicieran nada malo; fuimos al Líbano porque teníamos mucho miedo de vivir en Siria y de la guerra; era muy difícil para mí y para mis compatriotas sirios". Allí, no tuvieron las cosas fáciles.

Ahora ambos se van labrando un futuro, un hueco y un hogar en Aragón. Lamine va a cursar un máster en la Universidad de Zaragoza y Fátima aspira también a proseguir sus estudios: en el Líbano acabó su formación universitaria y trabajó en un colegio. Su marido lo tenía prohibido. Y quiere poder reunirse con sus padres en España.

Mientras, la burocracia y la legislación son un laberinto, con trabas y contradicciones a las que hacen frente los Servicios Sociales, psicólogos o la Policía Nacional, como se puso de manifiesto en estas jornadas en las que también participó la Justicia de Aragón, Concepción Gimeno.

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