Alegría en el cohete

Huesca

Es el momento más mágico en el arranque de las fiestas de San Lorenzo. El cohete anunciado a desbordado la alegría en la ciudad. Con dos minutos de retraso Huesca ha comenzado sus fiestas y es que la protagonista de la mañana, Alegría Blan, ha recibido el cariño de una ciudad que la ha vitoreado desde el mismo momento en el que ha puesto un pie en el balón principal del Ayuntamiento. Un momento de los que hacen historia y que tal y como ha dicho “nunca olvidará”.

La concejal de fiestas Nuria Mur era la encargada de leer el pregón previo al cohete en el que ha hecho referencia a la alegría que durante estos días tiene que reinar en la ciudad. Una alegría basada también en el respeto. A los vítores y vivas a Huesca y San Lorenzo se ha sumado la alcaldesa rompiendo el protocolo habitual.

Alegría señalaba en los micrófonos de Radio Huesca que ha sido algo que no se podía imaginar. “51 años en el bar, sin ver este momento” recordaba Alegría Blan que ha sido la protagonista de la mañana. Un acto en el que ha estado acompañada por su marido Álvaro Gracia y su hijo también Álvaro.

El estallido del cohete que se ha producido cuando pasaban dos minutos de las 12 de la mañana la alegría se ha desbordado por toda la ciudad. En una plaza completamente abarrotada y en la que el color morado del vino ha sido el protagonista entre la juventud.

A la hora de iniciarse la cabalgata, el sol, saludado popularmente en Huesca como "Lorenzo", ha hecho que la temperatura alcanzara los 33 grados a la sombra, muy por debajo de los que se registraban en esos momentos entre el algarabío. Unas horas antes, un representante de la peña Zoiti ha sido izado en un vehículo grúa hasta la estatua de San Lorenzo que se ubica en la porticada de la basílica dedicada al santo en la ciudad para colocarle al cuello la tradicional pañoleta verde, mientras dos joteros le dedicaban una jota al santo patrón. También antes del disparo del chupinazo festivo se han celebrado en el Ayuntamiento de Huesca los 60 años del hermanamiento de la ciudad con el municipio francés de Tarbes, un acto protocolario que motivó durante la jornada de ayer la entrega de la Parrilla de Oro de la ciudad al alcalde esta población, Gérard Trémège. También se ha llevado a cabo la entrega de la Medalla de Oro de la Ciudad al Cuerpo Nacional de Policía con motivo del 200 aniversario de la fundación del cuerpo. Mientras tanto, cumpliendo con la tradición laurentina, miles de personas han almorzado en distintos establecimientos hosteleros de la ciudad, pero también en las casas y en los patios, para coger fuerzas antes de ascender hasta la plaza consistorial. Las Fiestas de San Lorenzo, declaradas de Interés Turístico Nacional, dejan de lado durante unos días la actualidad política, pero no por ello olvidan burlarse de cuestiones locales y de los propios políticos municipales. Así, en las pancartas de las peñas de este año figuraban alusiones al conflicto derivado del cierre, por decisión municipal, del recinto del Jai-Alai, tradicional escenario de la Peña Alegría Laurentina, o al excesivo protagonismo dado por la alcaldesa al escenario de los principales conciertos de las fiestas, junto al Palacio de Congresos, frente a los de menor entidad programados en la céntrica Plaza de Navarra. Al margen de estas cuestiones, la plaza consistorial ha sido una vez más el auténtico centro del universo para los oscenses y los aturdidos visitantes, como es habitual cada 9 de agosto a las 12.00 horas. Minutos antes del chupinazo, las calles próximas al consistorio eran un hervidero de jóvenes que aprovechaban la espera para bañarse en vino y teñir sus camisetas de un rancio color rojo que, en ocasiones, alcanza en aspersión a transeúntes o paseantes. Aunque en esta ocasión unos cordones policiales impedían el paso de bidones de vino a la plaza consistorial para tratar de minimizar el color morado en el inicio de la fiesta. Miles de personas han contemplado el colorido paso de carrozas, mairalesas y peñas, mientras los más jóvenes exhibían, ante las miradas divertidas de niños y mayores, sus rotas camisetas rojas, y se mojaban con las cataratas de agua que caían desde decenas de balcones a su paso. Y entre los cánticos, como novedad este año, los miles de jóvenes han tatareado en diversas ocasiones, junto a hitos charangueros como 'La Mari Carmen', el himno europeo de Eurovisión, quizá tal vez en reconocimiento a la participación española en los Juegos Olímpicos de París. Todo esto ante la mirada atónita y casi antropológica de decenas de turistas españoles y extranjeros llegados a la ciudad de forma casual, que no querían dejar de registrar cada instante con sus teléfonos móviles.