Sociedad

Leyes que se incumplen y falta de empatía y accesibilidad: las reivindicaciones de los jóvenes con discapacidad en Aragón

Cuatro jóvenes aragoneses repasan las barreras arquitectónicas, sociales, académicas y laborales a las que se tienen que enfrentar en su día a día. Han participado en el I Congreso Estatal de Jóvenes y Discapacidad, celebrado en Zaragoza

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Zaragoza

Venimos de dos semanas en las que hemos celebrado los éxitos y medallas de los paralímpicos en París, todo son enhorabuenas y brindis, pero en el día a día falta educación, empatía y que se cumplan las leyes. Es la reflexión que hacen a los micrófonos de la Cadena SER Marina Joven, Eduardo Bertolín, Alcher Utrilla y Marina Hurtado, cuatro aragoneses entre los 18 y los 30 años, que han participado en el I Congreso de Jóvenes y Discapacidad que se ha celebrado en Zaragoza. Es la primera vez que se organiza este encuentro nacional para hacer valer sus reivindicaciones. Alrededor de 300.000 personas de entre 15 y 34 años tienen algún grado de discapacidad en España, 5.600 de ellas en Aragón.

"A nivel de leyes, en el texto, por escrito, tenemos muchos derechos logrados, pero no se llevan a la práctica", critica Marina Joven. En la misma línea sigue Bertolín: "En la sociedad echo de menos formación real para tratar con personas con diversidad; me encuentro que la gente no sabe tratar conmigo". Alcher Utrilla se queja del "estigma, nos llaman 'raritos'", y Hurtado pide que "haya más recursos".

Espacios accesibles

Marina Joven, de 30 años, se mueve en silla de ruedas y necesita que los espacios sean accesibles. Es terapeuta ocupacional y muy activa en las redes sociales para visibilizar las barreras que tiene que superar.

"Me enfrento a convivir con dolor crónico; algo que no es tan visible como la silla de ruedas que me acompaña, gracias a la cual puedo rodar por el mundo, aunque éste no siempre nos lo ponga fácil", explica a la Cadena SER, como escalones que le dificultan moverse con libertad y acceder a edificios, a espacios de ocio o a viajar con autonomía personal.

El sonido (o no) de los semáforos

Para Eduardo Bertolín, de 22 años, acompañado de su bastón por su discapacidad visual, cruzar un semáforo es todo un reto. Critica "la falta de adaptación de algunos espacios para la movilidad de personas invidentes". Señala que "hay algunos cruces que en cuanto sales del centro de Zaragoza o del barrio de la Universidad los semáforos no suenan o no están marcados correctamente". Asegura que cruzar las calles resulta un "problema por el tráfico".

Miradas que duelen

Sin embargo, son los obstáculos sociales, académicos y laborales los más difíciles de superar.

"Las que más duelen son las sociales, todas esas miradas desde pena, o vernos como que somos personas que no somos capaces. O que nos miran raro si vamos con nuestras parejas por la calle. Piensan que no podemos ni trabajar ni estudiar", explica Marina Joven.

"Cuando estaba en la Universidad a mis compañeros les costaba entrar en un grupo de trabajo conmigo por la discapacidad visual. Ellos veían el doble de esfuerzo siendo que yo trabajo con un ordenador y puedo hacer trabajos", ha añadido Eduardo Bertolín.

Le rechazaron una vivienda por ser discapacitado

A barreras más altas se enfrentan las personas con discapacidad intelectual. Es el caso de Alcher Utrilla, de 18 años. Necesita apoyo para socializar y se encuentra con puertas cerradas. "Iba a compartir vivienda con una persona y cuando le dije que tenía discapacidad me dijo que no podía alquilármela; me pareció una absoluta discriminación, al igual que con el trabajo que me han rechazado ofertas".

Los que no se rinden

Alcher pertenece a la asociación Los que no se rinden. Fundada en Aragón, es la primera asociación española compuesta íntegramente por personas con discapacidad intelectual. Allí Marina Hurtado, de 20 años, ha encontrado un punto de apoyo y participa en charlas en colegios e institutos para prevenir el acoso escolar.

En ellas, explica Hurtado, suelen preguntar quién tiene una discapacidad. "Levantamos todos las manos y decimos que, por ejemplo, si se te dan mal las matemáticas, esa persona también tendría una discapacidad".

Deberes a los políticos y a la población

Ponen deberes a los políticos y a la sociedad para desarrollar su autonomía personal y emancipación. Las leyes están, remarcan, pero se deben cumplir. Y necesitan empleos adaptados. Eduardo Bertolín está buscando un empleo que "le permita compaginarlo con los estudios del Conservatorio de guitarra".

Asegura que en la ONCE si que "hay muchos programas de integración laboral" pero que hay muy pocos puestos que "se puedan hacer sin formación".

A la política le piden "más empatía" y que "se cumplan los compromisos que había con la salud mental" o más camas en Psiquiatría. Y sobre todo, sentirse respetados y comprendidos.

 
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