Santiago Boira: "Hubo un antes y un después de la tragedia de Biescas"
El presidente del Colegio Profesional de Psicología de Aragón recuerda que los afectados tienen que recibir una información “veraz” y de fuentes oficiales

La última gran catástrofe natural del siglo XX en España se vivió en el campin Las Nieves de Biescas (Huesca) el 7 de agosto de 1996, donde una riada arrasó la vida de 87 personas y dejó 186 heridos, y supuso "un antes y un después" en la atención, también psicológica, de los afectados, rememora en una entrevista con EFE el presidente del Colegio de Profesional de Psicología de Aragón, Santiago Boira. EFE/Javier Cebollada / Javier Cebollada (EFE)

Huesca
La última gran catástrofe natural del siglo XX en España se vivió en el campin Las Nieves de Biescas el 7 de agosto de 1996, donde una riada arrasó la vida de 87 personas y dejó 186 heridos, y supuso "un antes y un después" en la atención, también psicológica, de los afectados, rememora el presidente del Colegio de Profesional de Psicología de Aragón, Santiago Boira.
Un cambio que se trasladó a las siguientes tragedias que ha vivido el país, tanto la del infausto 11 de marzo de 2011 como la de ahora en Valencia, como provincia más afectada por una dana que ha dejado más de 220 fallecidos.
Boira (Zaragoza, 1967) no llegó a pisar Biescas, ya que acudió directamente a Jaca, donde se centralizó todo, en el antiguo Palacio de Hielo para los fallecidos y en el Palacio de Congresos para atender a familiares y afectados.
"La sensación era que se tenía que ir construyendo todo al momento", recuerda en una entrevista con EFE. Agrega que el volver a casa y ver las imágenes de personas con la que había estado unas pocas horas antes pensaba: "tengo que seguir allí".
Boira destaca lo mucho que ha avanzado la sociedad a la hora de afrontar situaciones como la actual dana, ya que a pesar de su extrema gravedad se ha mejorado mucho en la protocolarización de los profesionales que intervienen y cómo deben hacerlo.
La principal diferencia que ve entre lo sucedido en Biescas y la actual tragedia en Valencia y parte del Levante es que en el campin la catástrofe se produjo en una zona concreta y ahora ha sido en un territorio muy amplio.
En Biescas hubo mucho voluntarismo
"Ha cambiado mucho la atención. Ahora hay grupos de Protección Civil específicos, mucha más coordinación de la que hubo en Biescas. En aquel momento lo que hubo fue mucho voluntarismo, se ha ido aprendiendo y ahora están claras las técnicas de intervención", rememora.
"Yo mismo, con el grupo que estaba del Centro de Solidaridad, donde atendíamos problemas de drogas, nos presentamos allí porque se pensó que había que echar una mano, pero hubo muchos momentos críticos", subraya.
A Jaca en aquel momento llegó gente de muy diferentes lugares y Boira destaca que todos lo vivían de manera muy parecida: "Era una sensación de impacto porque nadie había vivido nada parecido".
El proceso de coordinación es básico
En ese sentido, desde entonces se ha entendido que el proceso de coordinación es básico y cada uno interviene en su área profesional. "Es muy importante la secuenciación de la toma de decisiones", afirma.
En el ámbito de la psicología, dos psicólogas aragonesas que forman parte del Grupo de Intervención en Emergencias y Catástrofes del COPPA trabajan ahora en la zona que le han asignado a Aragón, en Catarroja. Tienen formación especializada que los psicólogos reivindican que se reconozca como especialidad.
En los primeros momentos de la atención tras una tragedia, Boira apunta que es fundamental que los afectados reciban una información que sea "veraz" y que provenga de fuentes oficiales. Su labor más importante como psicólogos es la de "acompañar el proceso". "Echar una mano al hombro de la persona y que vaya ventilando", añade.
"Ahora se sabe lo que hay que hacer y lo que no. Acompañamiento al principio, privacidad, información, acompañamiento posterior, trabajo con los intervinientes... El estrés postraumático puede tener secuelas", desglosa.
Sensación de incredulidad
Lo que no ha cambiado, a pesar de que Boira insiste en que la catástrofe de Valencia la conoce por la difusión que se da en los medios de comunicación, es "la sensación de incredulidad sobre lo que está pasando" y también "cómo se vuelca la gente".
"Ahora existe experiencia profesional y técnicas específicas que entonces no existían. En lo logístico no tiene nada que ver, aunque también habrá que analizar después lo que ha podido fallar", incide.
En lo que se muestra contundente es en insistir en que todo lo que se ha vivido y lo que está por venir "no es cuestión de dos días, es de largo recorrido".
Intervención lo más temprana posible
"En cualquier situación traumática cuanto antes se interviene más se previenen los futuros problemas", afirma.
En cuanto a los afectados por la catástrofe, el abanico de personas que entran en ese grupo, además de los fallecidos, es tremendamente amplio: familiares, amigos, vecinos. Asegura que para el que sobrevive "es terrible" porque sufre un impacto muy duro y tiene sensación de culpa.
Boira no olvida a los intervinientes, que son tanto los profesionales como son los miembros de Protección Civil, Unidad Militar de Emergencias, Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado o Policía Local, pero también los voluntarios.
"Todos se enfrentan a situaciones muy complicadas. Hay muchos grupos y necesitan soportes a corto y medio plazo", indica.
Sobre el tiempo que puede costar superar el duelo, Boira deja claro que las personas no son iguales ni igual de resilientes. El impacto de lo vivido es diferente para cada uno, pero si es muy duro las heridas no son sencillas de superar, advierte.




