El Punto Crítico, de Alberto Castrillo-Ferrer: 'Los mercaderes han entrado en el templo'

Zaragoza

Iba a comenzar este Punto Crítico con un alegato contra el derrotismo y el pesimismo. Diciendo que “Hay que ser feliz aunque solo sea para dar ejemplo”, como decía Jacques Prevert y que creo firmemente en el hecho de que la actitud cura enfermedades. O que, dicho de otra manera, una mala actitud las agrava.

Pero no. No puedo callar ante un tema que me toca tan de cerca: el teatro público de mi ciudad. Sin paños calientes: Es una vergüenza y una indecencia que la política cultural de los teatros públicos de Zaragoza no cuente con que hay una parte de educación en la programación: de enseñanza para los jóvenes de lo que el teatro con mayúsculas nos puede dar: Espejo de nuestra sociedad, agita conciencias, permite un pensamiento profundo.

Un teatro público no es un teatro comercial. No, no, y 1000 veces no. No se debe usar el dinero público programar el Principal con compañías Blockbuster, musicales absurdos, tributos a Michael Jackson, óperas de cuarta división y famositos del tres al cuarto ( Lean los estatutos del Patronato de Artes Escénicas). Es verdad que de vez en cuando aparecen, como un Edelweiss grandes nombres, faltaría más, hasta un reloj parado da la hora dos veces al día.

Fíjense dónde está el verdadero teatro en Zaragoza estos días, en los centros culturales, en salas, en museos y casi catacumbas. El Teatro Principal de nuestra ciudad merece algo mejor que un paracaidista arrogante a los mandos. Los mercaderes han entrado en el templo. No obstante, Feliz navidad.