Urge un plan para salvar el Casco

Zaragoza

El estado del casco histórico de Zaragoza y la gestión de sus viviendas han vuelto a ser tema central en la Reunión de Vecinos del Hoy por hoy Zaragoza. La falta de mantenimiento en numerosos edificios ha llevado al Ayuntamiento a poner en marcha un plan de inspección de 277 inmuebles en zonas como Zamoray-Pignatelli, donde recientemente se han declarado ruinas inminentes. Según Arturo Sancho, de la Federación de Barrios, y Constancio Navarro, de la Unión Vecinal Cesaraugusta, la problemática no es nueva y se debe a la falta de un plan integral que guíe la renovación del casco viejo de la ciudad.

La situación de abandono en algunas zonas ha llevado a que el Ayuntamiento exija a los propietarios la rehabilitación de sus viviendas, lo que en muchos casos supone inversiones de cientos de miles de euros. "No todo el mundo puede afrontar esos gastos, especialmente cuando son inmuebles heredados y en condiciones que no permiten la habitabilidad", explica Sancho. Ante este escenario, surge la pregunta de qué hacer con estos edificios. Algunos propietarios optan por vender o ceder sus viviendas al Ayuntamiento, mientras que otros esperan que la revalorización del barrio les permita obtener mayores beneficios en el futuro.

El Ayuntamiento ha invertido en la adquisición de edificios en el casco histórico, con una inversión estimada de 40 millones de euros. Sin embargo, Navarro señala que esta estrategia no es suficiente sin un plan estructurado de regeneración urbana: "Lo que vemos es una política de acción-reacción. Se cae un edificio, y entonces se toman medidas, pero no hay una planificación a largo plazo". También advierte sobre el riesgo de gentrificación, donde la renovación del barrio termine expulsando a sus actuales habitantes en favor de nuevos residentes con mayor capacidad adquisitiva.

Además de la problemática con las viviendas, la gestión de los solares en el casco histórico es otro punto de preocupación. Muchos de estos espacios se han convertido en focos de insalubridad y acumulación de residuos, lo que deteriora aún más la calidad de vida de los vecinos. Las asociaciones vecinales reclaman una intervención efectiva que no solo contemple la rehabilitación de edificios, sino también la mejora del entorno y la seguridad en la zona.

Un ejemplo claro de esta falta de planificación es la situación en Zamoray-Pignatelli, donde, a pesar de años de denuncias, el deterioro ha seguido avanzando. Sancho recuerda que, en su momento, existía un Plan Integral del Casco Histórico (PICH), que promovía la rehabilitación y la convivencia vecinal, pero que dejó de aplicarse hace más de cinco años. "Con sus aciertos y errores, aquel plan funcionaba. Ahora, sin él, todo se basa en medidas aisladas que no solucionan el problema de fondo", afirma.

En conclusión, la regeneración del casco histórico de Zaragoza sigue siendo un reto pendiente. Tanto Sancho como Navarro coinciden en que es urgente retomar un plan integral que permita una intervención coherente y sostenida en el tiempo. La rehabilitación de viviendas, la gestión adecuada de los solares y la preservación del patrimonio deben formar parte de una estrategia global que evite la degradación de la zona y garantice un futuro viable para sus habitantes.