Los "alcorques vivos y naturalizados", o cómo dar vida y salud a los árboles desde la base

Huesca

Llama la atención en Huesca, con la llegada de la primavera y tras las intensas lluvias pasadas, cómo los alcorques de los árboles lucen llenos de hierba, césped, flores o incluso malas hierbas. Vegetación espontánea que no es dejadez de las brigadas de jardines, sino el intento de dar vida a los alcorques, ayudando a atraer insectos que favorezcan el control natural de las plagas, además de que la ciudad presente una imagen todavía más verde.

Ana Pérez, técnico de Infraestructura Verde del Ayuntamiento de Huesca, lo resumía así: “Ha habido una evolución o incluso podríamos decir un cambio de paradigma en el que estamos trabajando, para que la Naturaleza tenga un papel en la ciudad mucho más representativo que quizás más tradicionalmente lo ha venido teniendo. Por eso, en Huesca, con esta evolución empezamos a trabajar ya desde el año 2015 con las Islas de Biodiversidad. Estas islas, que en principio eran unas piezas que se colocaron en el parque Miguel Sevet y otros espacios de la ciudad, saltaron a los alcorques directamente al pie de los árboles, donde más necesarias eran”.

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Así, se empezó a sembrar flores en los alcorques. “Siembras, especialmente diseñadas con cortejos de flor, con las mismas especies que en otras ocasiones llamamos malas hierbas, pero que bien colocadas, nos ayudan a ver de otra manera que puedan aparecer de manera espontánea. Esas siembras dirigidas en el pie de los árboles son los que llamamos “alcorques vivos” y la siguiente evolución está siendo empezar a trabajar con las que aparecen de manera espontánea.

Y ese paso, cuando esto se consigue de manera natural, es lo que se denomina “alcorques naturalizados”, y que aseguran, no son síntoma de abandono o suciedad, sino de salud de los árboles y que es mucho más fácil.

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Pero se va más allá de la belleza de las flores. Es que esto tiene una serie de beneficios para los árboles. Ana Pérez lo explica así: “Ese alcorque que a veces llamamos ”alcorque cenicero”, con la tierra pelada, dura, compacta, las raíces del árbol que habita allí no tienen disponibilidad de oxígeno, de nutrientes y de agua, como puede llegar a tener un alcorque vivo o naturalizado, en el que el cortejo vegetal que lo acompaña ayuda a que la tierra esté también más viva, más sana y oxigenada. Y más allá de eso, la parte aérea, esas flores sirven también de refugio para la biodiversidad, lo que significa es que al tener el ecosistema con más habitantes conseguimos mantener a raya las plagas que puedan afectar al arbolado.

Por ello, se considera que no hay “drama” en la vegetación al pie de los árboles. Allí pueden congregarse mariquitas u otros insectos que evitarán que los pulgones u otras enfermedades ni siquiera lleguen a aparecer en los árboles.

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Ahora creen que es necesario explicar esta iniciativa. “Todo hay que acompañarlo, como estamos haciendo ahora, con comunicación y divulgación para que todo esto sea entendido y podamos aceptarlo en la ciudad porque tiene muchísimos beneficios”.

Desde el Ayuntamiento de Huesca también recuerdan que han ganado ya dos premios por su trabajo, tanto con las islas de biodiversidad, como con los alcorques vivos. Huesca, aseguran, es referencia a nivel nacional por este trabajo.