Sociedad

Aplazado el descenso de Navatas en el Gállego al próximo 26 de abril por "la peligrosidad del caudal"

Estaba previsto que dos nabatas de dos y tres trompos surcarán este domingo las aguas pero las lluvias elevaban el caudal y la organización decidía aplazar la actividad

Fran Fraguas, navatero en el río Gállego

Huesca

El tradicional descenso de Navatas por el río Gállego tendrá que esperar. Concretamente, hasta el próximo 26 de abril. Estaba previsto que dos nabatas de dos y tres trompos surcarán este domingo las aguas pero las lluvias elevaban el caudal y la organización decidía aplazar la actividad por la "peligrosidad del río".

En principio, el próximo sábado se mantendrán los horarios previstos: comenzará a las 11.00 horas desde Murillo de Gállego y está previsto que lleguen a las 13.00 horas al puente de Hierro de Santa Eulalia de Gállego.

Este domingo se mantenían, eso sí, la comida popular y el DJ Alex Pardos actuaba en Biscarrués.

Historia de las Navatas en el Gállego

Durante muchos siglos los vecinos de Murillo de Gállego, de Santolaria y de otras localidades próximas se dedicaron a transportar madera flotando por las aguas del río. Los troncos procedían de los bosques de las sierras pirenaicas más meridionales.

Se cortaban durante el invierno y luego eran transportados por pequeños riachuelos o por barrancos hasta al río Gállego. Allí bajaban flotando sueltos hasta Murillo donde, una vez sobrepasada la tremenda Foz de La Peña, podían ser atados formando almadías o nabatas que bajaban hasta Zaragoza o continuaban por el Ebro hacia destinos más lejanos.

En la capital aragonesa, la madera, conforme iba llegando al Ebro, se sacaba del agua y se disponía para su venta en las eras próximas al río. Allí debía competir con la que venía a la ciudad, en carros, desde Biel, y con la que bajaba por el Ebro después de haber llegado a este río por el Aragón. Entre ésta también había bastante que provenía de San Juan de la Peña, de Oroel y de las selvas que se extendían entre los dos montes.

Por el Gállego salía la madera de la vertiente meridional de ambas montañas y de los extensos bosques que crecían al sur de las dos peñas, pero la madera de las laderas septentrionales y la del valle de Atarés se conducía con bueyes hasta el río Aragón, donde eran atados los troncos para formar almadías en el ligadero de Santa Cruciella, junto al pueblo de Santa Cilia.

El viaje fluvial por el río Aragón era más largo y más costoso, según describe el historiador Severino Pallaruelo. Por el Gállego se llegaba a Zaragoza --desde Murillo-- en dos días. Por el Aragón se necesitaban seis o siete días. En el Gállego se pagaban derechos de peaje y azutaje --impuesto--, pero no se cruzaba aduana alguna. En el Aragón, además de pagar peaje y azutaje, se debían entregar los derechos aduaneros que reclamaba Navarra y varios "onerosos tributos que exigían los nobles navarros por cuyos señoríos pasaba el río".

Los árboles talados en las selvas de Oroel, de San Juan de la Peña y de los montes próximos, bajaban a Zaragoza, e incluso a Tortosa, por el río hasta comienzos del siglo XX, cuando se construyó el ferrocarril de Canfranc que enlazaba la capital aragonesa con Jaca.

El vapor de las locomotoras capaz de transportar miles de troncos a Zaragoza en pocas horas, fue el inicio de la agonía del viejo oficio almadiero, relata Severino Pallaruelo.