El apagón nacional deja atrapadas a 500 personas en un tren y desata una ola de solidaridad en Alhama de Aragón
Vecinos del municipio acogieron en sus casas a decenas de pasajeros varados sin comida ni alojamiento: “Era lo que cualquiera hubiera hecho”, asegura uno de los anfitriones

Arturo, su mujer Susana, su hija Antonia de 3 años y la perrita Margarita. Laura y su hija Sofía de 5 años. Los anfitriones son Carlos y Simona / Cadena SER

Alhama de Aragón
El apagón nacional del pasado lunes paralizó buena parte del país y dejó consecuencias inesperadas en pequeños municipios como Alhama de Aragón. Allí, un tren de larga distancia quedó detenido a escasos kilómetros del pueblo con cerca de 500 pasajeros a bordo. Sin posibilidad de continuar el trayecto, sin luz, ni comida ni un lugar donde dormir, fueron los propios vecinos quienes se movilizaron rápidamente para ofrecer ayuda.
Carlos Iriarte y su familia fueron algunos de los primeros en reaccionar. “Vimos a unos papás con niños pequeños y pensamos que no podían quedarse en el pabellón. Así que les dijimos que se vinieran a casa. Al final acabamos durmiendo ocho personas, y los niños se hicieron amigos enseguida”, cuenta.
Como ellos, muchas otras familias de Alhama se volcaron para atender a los afectados. Algunos incluso pusieron a disposición casas rurales y viviendas de uso turístico. Es el caso de José Antonio, gerente de Baras de Alhama, que alojó a una decena de personas: “Fue algo espontáneo. Teníamos espacio libre y abrimos las puertas. Es lo que cualquiera hubiera hecho en esa situación”.
Protección Civil y el Ayuntamiento se sumaron a la respuesta vecinal habilitando el pabellón municipal, aunque la falta de información sobre el restablecimiento del servicio ferroviario generó incertidumbre durante horas. Muchos pasajeros fueron trasladados más tarde a Zaragoza o a otras localidades cercanas, y algunos vecinos como Carlos terminaron acompañando personalmente a los afectados a sus destinos finales. “Al final los llevé hasta Madrid. Fue una imprudencia quizá, pero estaban muy agradecidos”, señala.
Alhama de Aragón se convirtió así, en apenas unas horas, en un ejemplo de solidaridad y empatía en mitad del caos. Como recuerda Carlos, el gesto tiene también un componente de memoria colectiva: “Hace un par de años, con los incendios, fuimos nosotros los que recibimos ayuda. Esto ha sido una forma de devolverla”.




