Pepe Verón: "Nombrar las cosas"

Zaragoza

Nombrar es un acto de poder. El filósofo Wittgenstein lo resumió diciendo que “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente.”

Ayer, en esta cadena, Cristina Monge, una de nuestras más importantes pensadoras actuales, insistía en que no se hablase del problema de la inmigración, sino del fenómeno de la inmigración.

No se trata de una puntualización semántica, sino de pedagogía. Nombrar bien las cosas no es un capricho de académicos ni una manía de periodistas puntillosos: es una forma de construir la realidad.

Decir “problema” sugiere amenaza; decir “fenómeno” permite entender la inmigración como proceso social, con retos y problemas, sí, pero también con oportunidades. En España, más de siete millones de personas nacidas fuera sostienen sectores clave como la agricultura, la hostelería o los cuidados. ¿Cómo integrar lo que nombramos como amenaza?

Tampoco es lo mismo hablar de cambio climático o de crisis climática, de crímenes pasionales frente a violencia machista, de operación militar frente a genocidio; de gasto social frente a inversión social, o de discapacitados frente a personas con discapacidad.

Frente a la corrección política, se trata de describir la realidad con mayor justicia para llegar a comprenderla. En tiempos de polarización y de discursos simplistas, cuidar el lenguaje es cuidar la convivencia, es un acto de responsabilidad.

La diferencia no es gramatical. Es política, social y profundamente humana.