Correrías y desventuras de un falso hechicero del siglo XVII acusado de endemoniar mujeres
El historiador oscense Carlos Garcés publica su nuevo libro sobre "las endemoniadas del Valle de Tena"

HUESCA, 25/05/2025.- El historiador Carlos Garcés posa durante una entrevista con EFE en Huesca con motivo de la presentación del libro 'Historia de las endemoniadas del Valle de Tena.Exorcismos e Inquisición en la España del Siglo XVII' . EFE/ Javier Blasco / Javier Blasco

Huesca
Anno Domini 1637, valle de Tena, en el corazón del Pirineo oscense: un joven, originario de un casón señorial ahora sepultado por las aguas del embalse de Búbal, responsable de diversas correrías con mujeres casadas de la comarca a las que hacía creer que era hechicero para librarles de males de ojo y hechizos, se ve inmerso en un proceso por brujería tras ser acusado de endemoniar a sus víctimas.
Ésta es la historia de Pedro Arruebo, cuya trayectoria vital narra con precisión el historiador Carlos Garcés en "Historia de las endemoniadas del valle de Tena. Exorcismos e Inquisición en la España del siglo XVII", un libro de inminente publicación que ha exigido al autor bucear en numerosos archivos para desenterrar algunos de los casos de brujería más sorprendentes y desconocidos de Aragón.
El propio historiador reconoce, en una entrevista con EFE, que la investigación, que amplía la que ya hizo en una anterior publicación, "La mala semilla", evidencia que Aragón no sólo fue reino de luz, sino también de sombras.
Historia de las endemoniadas de Tena
A partir del año 1637 se produjo una epidemia de casos de mujeres jóvenes supuestamente poseídas en las poblaciones de Tramacastilla de Tena y Sandiniés, que llegó a oídos del gobernador de Aragón de entonces: sesenta mujeres que manifestaban extraños síntomas como vómitos de hechizos o que contestaban a las palabras en latín que les proferían los exorcistas.
Según explica Garcés, "ni una sola mujer del norte de Aragón sabía leer ni escribir en esos años, incluso las que pertenecían a las clases pudientes", situación que se prolongó aún durante dos siglos más.
Es en contexto donde aparece la figura de Pedro Arruebo, un joven de comportamiento insensato que se las daba en las poblaciones de la comarca de hechicero benéfico y que se ofrecía a las mujer jóvenes a "desligar" matrimonios que se consideraban "ligados" por algún hechizo que les impedía mantener relaciones sexuales y tener hijos.
El fin último de Arruebo era obtener algún beneficio económico y sexual de las jóvenes mujeres, víctimas en muchos casos de matrimonios de conveniencia que les imposibilitaban mantener unas relaciones normalizadas con sus maridos.
Unos pocos años antes de la epidemia de casos, Arruebo ya fue llamado por el obispo de Jaca ante las noticias que se difundían por la comarca acerca de su actividad, y posteriormente juzgado por el tribunal de la Inquisición en la sede donde se ubicaba entonces, el palacio de la Aljafería de Zaragoza, donde le fue impuesta entonces una primera sentencia, "bastante benévola" para la época, de seis años de destierro.
El libro del historiador relata que un año después, el hilo de este personaje se recupera en Madrid, donde pudo obtener un "perdón" por parte del inquisidor general gracias a los contactos de un amigo de la comarca que se encontraba en esos momentos en la camarilla del Conde Duque de Olivares.
Obtenido el perdón, Arruebo volvió al valle de Tena en 1637 y no sólo reanudó su actividad como hechicero benéfico con mujeres jóvenes, sino que se dedicó a amenazar a quienes consideraba responsables de su infortunio.
Es en ese momento cuando se produce la epidemia de casos de endemoniadas, mujeres muy jóvenes que fueron trasladadas a la catedral de Huesca con síntomas muy extraños que un arcediano con fama de hombre santo que formaba parte del cabildo interpretó como signos diabólicos de posesión.
Esta situación y la irrupción en ese momento del párroco de Sandiniés, un hombre versado en el tema que escribió años más tarde un libro titulado 'Patrocinio de ángeles y combate de demonios', confluyeron en una "tormenta perfecta" que llevó a la detención de Arruebo, que consiguió escapar cuando era trasladado ante el obispo de Jaca.
Según el historiador, Arruebo consiguió llegar a Roma y obtener un documento a su favor del Comité Pontificio, pero al cruzar la frontera, el gobernador de Aragón, informado por quienes conocían a esta persona, le hizo detener para ser juzgado en Jaca.
"Le hubieran ahorcado ahí mismo, pero el caso fue reclamado por el tribunal de la inquisición en Zaragoza ante las numerosas demandas acumuladas contra él por parte de las endemoniadas, que hablaban por boca de demonios con nombres curiosos o conocidos como 'capitanillo', 'Roberto', 'Furibón', 'Duque Villahermosa', 'Valentina' o el más típico de 'Luzbel', explica Garcés.
El historiador narra en su libro anécdotas curiosas, como el caso de un notario del valle de Tena que en el momento de emprender viaje para trasladar a sus hijas endemoniadas a Zaragoza, escucha al diablo que habitaba en una de ellas encargarle la compra de una escribanía.
Por estos hechos fue juzgado y torturado Arruebo junto a otros dos hombres cuyas trayectorias e implicación son menos conocidas, un sastre y gaitero llamado Miguel Guillem, y un francés asentado en la zona.
Aunque no queda rastro documental, el historiador cree que el francés murió poco tiempo después en el Hospital Nuestra Señora de Gracia de la capital aragonesa, Guillem en un calabozo de la Aljafería y Arruebo en alguna cárcel próxima.
Razones de una investigación
Carlos Garcés asegura que las razones que le han impulsado a sumergirse en este mundo son arrojar luz sobre una parte del pasado del Aragón más desconocido y, al mismo tiempo, adentrarse en la memoria histórica de la situación de la mujer en la época.
Una investigación que, según afirma, "hace ser conscientes de que aunque queda mucho por recorrer en relación a la situación de la mujer, el camino ya recorrido es mucho".
"Otro motivo de la investigación es, sencillamente, el placer de contar una historia asombrosa, un placer semejante al de un novelista, imagino, pero con la ventaja de que todo esto ocurrió", añade.




